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Una serie de desconexiones imaginarias

Por Manuela Ramírez
@bingewatcheable

Suelo describirme como alguien que ve más series de las que debería.

Probablemente son muchas las personas que, en medio de la pandemia, se sienten así. Y es que, cuando el mundo se siente muy pesado, cae bien desconectarse: perderse en otras historias, enamorarnos de sus personajes, olvidarnos de todo lo que está pasando a nuestro alrededor.

Estamos en medio de las “guerras del streaming”; cada día aparecen más plataformas y todas buscan generar el mayor contenido posible. Esto puede resultar un poco abrumador, pero ha generado algo impresionante: nunca antes había existido tanta diversidad de voces en la televisión. Cuando antes las opciones era limitadas, y solo se producían programas que fueran a generar mucho rating, ahora podemos escuchar las historias de más personas.

Este año he visto aproximadamente 60 series, y tengo más de 20 en mi lista. Solía sentirme mal de hacer tanto esto, pensaba que estaba perdiendo el tiempo. Para muchos podría ser así. Pero he aprendido a odiar la frase ‘ver tele te hace más tonta’, como si las historias perdieran valor al estar en este medio. Cuando en realidad es todo lo contrario. Cada episodio, cada temporada nos permite adentrarnos más, conocer más de los personajes, y las personas que los crearon. 

En un momento en que no podemos movernos, o estar cerca de otras personas, cada programa me ha dado la posibilidad de viajar y de sentirme de muchas maneras. Conocer un mundo tranquilo, y ver cómo una pareja se enamora, o encontrarme con una historia distópica, y recordar que el mundo podría ser peor. Reírme, llorar, enojarme. Cada episodio me permite estar en otra parte, meterme en la cabeza de otra persona. Ver el mundo de otra manera.

Este ritual de desconectarme es como logro comprender mejor a la gente y sus motivaciones. Es como logro conectarme con ellas. Porque, en esa desconexión, comienzan a existir un montón de conexiones imaginarias. Cada vez que se acerca el estreno de una nueva temporada, me emociono de una manera similar a cuando voy a estar con alguien que hace mucho no veía. Cuando un personaje muere en pantalla, nos afecta saber que ya no vamos a poder seguir conociéndole. Y cuando una serie que seguíamos por un tiempo termina, es común sentirse triste. Porque, como todas nuestras historias, nunca puede seguir para siempre.

Cada serie nos da la oportunidad de visitar otro mundo, de saber cómo una historia empieza y termina. Tal vez no todas hayan ocurrido así en el mundo real, pero todas se originaron de ideas, de sentimientos, de personas de verdad. Incluso en series con mundos muy distintos al nuestro, en diferentes épocas o lugares a este, en estos mundos imaginarios siempre se va a reflejar el nuestro.

Entendemos el mundo por medio de historias. Así que cuando nos adentramos en ellas y nos desconectamos, terminamos conectándonos también. Entendemos cómo otros, otras, otres se sienten. Y muchas veces, nos entendemos mejor.

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Típica comunicadora bombeta que termina haciendo de todo un poco. Escribo sobre series en @bingewatcheable.


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