Por LeoFallas
@leofallaspost
Me gusta enfocar mi oficio hacia la segunda opción: colorizar.
Creo que corregir me pone a arreglar tortas de otros y eso no es cierto. Mi trabajo es mejorar las emociones de una película a través de la manipulación del color.
Eso es lo que hago. Soy colorista. Pero realmente no podría hablar de color sin hablar de luz. Nuestros ojos son como una cámara, tienen obturador y “sensores” que reciben esa luz. Más específicamente —en términos de color— tenemos ahí dentro un set de conos que nos permiten diferenciar el color.
Esos conos son el famoso RGB: Red, Green, Blue. De hecho tenemos bastantes más conos verdes que rojos o azules. Tal vez porque la naturaleza tiene mucho verde y el ojo es tan perfecto que fue equipado para poder ver más diferencias en el verde. Tal vez…
Lo que sí es cierto es que nuestro cerebro guarda lo que se llaman “memory colors”. Son cosas que no aceptamos de otro color porque nuestro cerebro sabe que son de un color determinado. Volviendo al verde, puede ser el zacate o las hojas de los árboles. El rojo de una señal de alto, el amarillo de un banano o el azul de un pitufo.
¿Qué cosas recordás que tu cerebro no acepta de otro color?
Soy colorista. Y si googleás eso, posiblemente tu búsqueda se llenará de productos para colorear tu cabello.
Pero aunque mi trabajo no se da en un salón de belleza, sí se da en una sala de color en donde embellecemos las imágenes de una película. Esto aplica aun cuando, muchas veces, embellecer implica eliminar casi por completo algunos colores para lograr comunicar una emoción determinada que el director, o la directora, tiene en mente para esa escena. A veces colorizar es des-colorizar.
Mi trabajo es muy subjetivo; yo no veo el color como vos lo ves. Una escena que para mí es muy cálida, para otros puede sentirse perfecta. Es por eso también que, entre quienes participamos en el “look” de una película, tratamos de encontrar palabras y conceptos que nos ayuden a comunicar cómo queremos el color de una toma, una escena o una película. Algunas veces se usan términos para describir el color que incluyen algunos como que “está muy chillón” o ‘muy frío”, o lo veo “deslavado”.
De alguna forma u otra hay pelis que nos han marcado y quizás sin saberlo el color ha contribuido a eso. El verde de Matrix, los naranjas de Apocalypse Now, o, más recientemente, la lúgubre y sombría Ciudad Gótica de Joker.
En fin, el color es inherente a todo lo que hacemos y ojalá la próxima vez que veás Ia película, te acordés que hubo alguien detrás moviéndole algo al rojo, verde y/o azul… tal vez fui yo.
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Empecé muchos años como editor y trabajé con muchos directores. Hice una especialización en postproducción cinematográfica en el Centro de Capacitación Cinematográfica de México, ahí conocí el color y me deposité en él.
Volví a mi país a montar una sala de color, y durante 12 años colorié pelis, documentales, publicidad y videoclips. 12 años más tarde volví a México donde hoy vivo y trabajo como colorista freelance entregando contenido a plataformas como Netflix y Amazon Prime Video.
Durante todo este tiempo he combinado el color con dar clases lo cual disfruto mucho, pues para mí es un gran ejercicio de compartir. ¡A colorear!