Bienestar

Un diciembre inolvidable

Reinaldo (Zunga) Reales
@zungareales

No llegamos todos los que debíamos llegar. 

Espacios vacíos en la mesa, sillas sin ocupar, nos llenamos de ausencias. No llegó la vecina de, el primo de…, el amigo de…, la esposa de…, el hijo de… Tampoco el tío favorito, la abuela con el tamal, el hermano mayor con los regalitos, la mamá que repartía el rompope, la sobrina que trabajaba en el hospital. 

La sensación de que todos ellos pudimos ser nosotros. 

Algo raro estaba sucediendo muy lejos de aquí a principio de año, lejos por eso no importaba. Preocuparse en enero por algo que no nos afecta directamente es de pesimistas, decían los “coach de vida” de esa época desde sus perfiles de Instagram, (sí, en esos años una persona le pagaba una módica suma a otra persona para que esta le dijera que “el que quiere puede”). Al parecer éramos felices, nosotros al menos, nos vendíamos así al resto del mundo. 

El futuro emocionaba, es que no solo era año nuevo, era década nueva, doble comienzo, dobles posibilidades de lograrlo, entrar a Facebook, “¿dónde vas estar en 10 años?, hacé click y descubrilo”. Pensar a futuro o en el futuro. 

De pronto lo que era lejano se empezó a acercar. Se cerraron las puertas, se vaciaron las calles, de aquí, del mundo. Iniciaba “el mayor experimento psicológico de la historia”, dijo Elke Van Hoof, profesora en Psicología de la Salud de la Universidad de Vrije en Bruselas. Dos mil seiscientos millones de humanos se apuntaron sin quererlo.

El televisor encendido al mediodía, la lista, las preguntas, inercia, miedo, zozobra. Lunesmartesmiercolesjuevesviernessábadodomingo, Lunesmartesmiercolesjuevesviernessábadodomingo. 

¿En qué mes estamos? 

¿Cuándo se va a terminar esto? 

¿De quién es la culpa? 

¿Por qué las marcas están separando sus logos? 

¿Cuánta plata está haciendo Jeff Bezos? 

¿Qué promos hay en delivery? 

Mientras tanto, nos pusimos de acuerdo, activamos un plan nacional. Que sean los menos, que no sean tantos los nuestros. Dimos la batalla, nos ayudamos, nos sacrificamos, cedimos, fuimos ejemplo mundial, nos juntamos más, también nos hartamos, nos separamos, gritamos, lloramos, fuimos egoístas y aún así no nos rendimos, nuestra resiliencia a prueba todos los días. Entendimos cuál era la pregunta más importante entre todas: ¿cómo (nos) podemos ayudar?

Hicimos conexión con la realidad, con la de otros. Había gente pasándola realmente mal, en el camino, muchas personas que dejaron de estar. Fuimos aprendiendo que las estadísticas tienen caras, que ningún número es pequeño cuando hay una historia familiar detrás. Aprendimos a ser mejores personas, nos obligamos a hacerlo, no solo a parecerlo. Somos la cura, también el mal. 

¡Qué año de mierda!, como lema nacional.

Buscamos a qué aferrarnos para salir de esto, empezamos a marcar un mes, lo que la ciencia no puede, los calendarios nuevos sí, curarlo todo. Diciembre es la transición entre lo que ya no hicimos y lo que prometemos que ahora sí, vamos a hacer. Su trabajo siempre fue hacernos creer que se puede con solo desearlo. Si hubo un diciembre con más responsabilidad emocional fue ese. ¡Qué se acabe el año ya! La oportunidad urgente de volver a comenzar, como decía una canción de un grupo mexicano de ese entonces, aunque todo parezca igual. 

Han pasado muchos diciembres desde ese diciembre del 2020. De hecho no ha terminado aún, pero me doy el derecho a pensar que fue hace mucho y lo logramos pasar. 

Todo va a estar bien, creámoslo. Por las personas que perdimos y por las que siempre van a encontrar la forma de estar, feliz Navidad. 

“A long December and there’s reason to believe. 

Maybe this year will be better than the last. 

I can’t remember the last thing that you said as you were leavin’ 

Now the days go by so fast.” 

A Long December – Counting Crows. 

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Reinaldo (Zunga) Reales es publicista de profesión, fundador de Moodvertising. Compra más libros de los que lee.


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