Por Herberth Castro
@herberthcr
Extraterrestres, ciencia ficción y el concepto de humanidad
Nos es más sencillo creer en extraterrestres que se parezcan a nosotros.
Una parte intrínseca de entendernos como seres humanos, es igualmente intentar entender cómo serían otras vidas en otras partes del universo. En parte por eso, nos encanta mirar hacia arriba en las noches estrelladas e imaginar otros mundos.
Desde que entendimos que somos tan solo una especie más en el pequeño tercer planeta de un sistema solar entre millones, y que el universo no gira alrededor de nosotros, hemos imaginado un sin número de historias basadas en seres extraterrestres en todo tipo de medios. Es más difícil imaginar que estamos solos, a fantasear con un universo lleno de posibilidades donde tan solo somos un tripulante más.
Lo interesante es cómo imaginamos esa vida fuera de la tierra y nuestra relación con ella. Cómo ese concepto ha cambiado a través de los años y va de la mano con nuestro desarrollo como especie.
Historia verdadera, historia de la humanidad
Desde muy temprano en la historia encontramos obras de ciencia ficción donde hay protagonistas alienígenas. Tal vez la primera de todas se le puede atribuir a Luciano de Samósata, con su obra Historia verdadera (175), donde los protagonistas viajan a la Luna y se ven inmiscuidos en una guerra entre el Rey Sol y el Rey Luna por hacerse con el planeta Venus.
Así mismo, Julio Verne en su viaje Alrededor de la luna (1870) igual imaginó una civilización selenita en la Luna que sucumbió. Tan solo unos años más tarde, H.G. Wells publicó La guerra de los mundos (1898), en el cual la raza marciana invade la tierra. Poco después, H.P Lovecraft se adentró en el género de horror y nos
presentó a la raza de los primigenios en los Mitos de Cthulhu (1921), con seres extraterrestres, monstruosos, inmortales y poderosos que quieren subyugar a la raza humana.
Siguiendo esa tónica, el cine en sus inicios casi siempre presentó a los ovnis y alienígenas como una amenaza latente o como monstruos. Desde Un viaje a la luna, de 1902, Un viaje a Marte (1922), Aelita: Reina de Marte (1924), etc. Inclusive hasta en los años setentas, con Encuentros cercanos del tercer tipo (1977), que rompió el molde, las primeras apariciones de extraterrestres en la gran pantalla casi siempre fueron representaciones bélicas. De hecho, la película que conlleva el nombre Aliens (1979) nos muestra tal vez el monstruo espacial por excelencia, con permiso de Depredador (1987).
En los cómics el tema no fue mejor, excepto con una notable excepción que comentaré más adelante, y es que tanto Buck Rogers (1929), como Flash Gordon (1937), lucharon contra invasores de otros planetas, e incluso la Liga de la Justicia (The Brave and the Bold #28, 1960) se formó gracias a una amenaza interplanetaria.
Encuentros cercanos
Estas primeras representaciones dicen más sobre nosotros como especie, que ninguna otra cosa. En una etapa de la historia donde teníamos demasiado miedo de nosotros mismos y el mundo se podía acabar con tan solo presionar un botón, el miedo a lo desconocido y nuestro apetito por las guerras nos hizo imaginar a extraterrestres demasiado parecidos al “coco” que se escondía debajo de la cama.
Sin embargo, a medida que ese sentimiento empezó a cambiar, igual empezamos a imaginar alienígenas algo distintos, y empezamos a pensar cómo podríamos encajar en un universo diverso. Gene Roddenberry fue un pionero en esto y nos mostró no solo a extraterrestres diferentes, sino incluso mejores a nosotros en muchas cosas. Presentó el concepto de que el ser humano podía mejorar al viajar al espacio y conocer otras culturas, en una de las primeras representaciones de ciencia ficción positiva en la televisión con su serie Star Trek, de 1966.
Una Odisea en el espacio 2001 (1968), juega con la idea de los alienígenas y un superhombre evolucionado, pero finalmente no los muestra en pantalla, aunque nos presenta ideas tentadoras sobre cómo una raza extraterrestre tiene la capacidad de cambiar todo lo que conocemos para bien o para mal.
Star Wars (1977), nos presenta igualmente un universo diverso, donde los seres humanos o al menos una raza muy similar anatómicamente conviven en un imperio galáctico con muchas otras razas, y donde, en realidad, los dramas y desarrollos son tal vez demasiado humanos. Los personajes sin importar la raza siguen arquetipos conocidos y daría lo mismo si vivieran en Tatooine o Dagobah, humanizando completamente a los extraterrestres.
Steven Spielberg en Encuentros cercanos del tercer tipo, de (1977) y ET (1982) juega por primera vez con conceptos de extraterrestres muy diferentes a nosotros que no son una amenaza. Por lo contrario, su contacto es un mero interés en nuestra especie. Algo que películas como Contact y Arrival perseguirían igualmente años más tarde.
El humano perfecto no es humano
En 1978, la película Superman, basada en el cómic de 1938, nos presenta en la gran pantalla al probablemente primer héroe alienígena de la historia. Lo interesante de este personaje es que es un extraterrestre que se siente tan humano que vela por el bien de la humanidad. A pesar de que no es de este planeta tiene el poder suficiente para destruir o controlar el planeta Tierra.
Sus creadores —unos inmigrantes judíos— probablemente se inspiraron en sus experiencias para concebir al personaje, introduciendo el concepto de estar en un lugar sin pertenecer realmente.
Su simpleza es lo que lo hace interesante, Superman, es a la vez, el alienígena y el humano perfecto, y por eso su popularidad ha variado durante los años dependiendo de la época. Su diseño de “Ubermensch” estilo Nietzsche, es tan poco creíble justo por ser un humano con pocos defectos. Nos es más sencillo creer en extraterrestres que se parezcan a nosotros y sean bélicos y vengativos, a uno que destile una humanidad intachable o tenga las cualidades que normalmente solo adherimos a un dios.
Esto, de nuevo, presenta interrogantes, y nos retrata mucho como especie. Sobre todo, muestra un poco nuestra falta de imaginación y nuestra visión antropocentrista, pues las historias que hemos seguido creando hasta el día de hoy no varían demasiado de las mencionadas.
Lo mismo hacemos al imaginar animales con rasgos humanos o robots en la ciencia ficción, cuando es igual de probable que exista un alíen que sea una bola de gas viviendo en alguna luna de Júpiter, aunque probablemente esa historia no vendería mucho, ni es muy factible que ese extraterrestre nos visite nunca.
Lo único certero es que la verdad se encuentra allá afuera.
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Herberth Castro es un Ingeniero de sistemas siempre con un ojo en la tierra y otro en el espacio. Amante del cine, la lectura, los videojuegos y la cultura popular, temas de los que suele escribir como editor del sitio de entretenimiento The Couch.