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Luciano Goizueta: los espacios que aportan

Por Arturo Pardo

“Cualquier espacio que apueste por el arte y la cultura, el diálogo y el pensamiento le aporta muchísimo al país”.

Los ires y venires de la Salita Temporal confluyen una y otra vez en Luciano. La cámara que se posa una y otra vez frente a este espacio de pocos metros cuadrados es de Luciano. 

El reloj digital que tormentó por dos años seguidos en cuenta regresiva y que finalmente avanza hacia adelante, también estuvo bajo su cuido.

El llavero maestro de todo Temporal también suele estar en sus bolsillos y uno de los estudios más coloridos de todo el espacio es de su propiedad.

“¿Qué cosas hacemos en dos años?”. Esa fue la pregunta que motivó la decisión de apropiarse de lo que es y ha sido Temporal. Se habló desde un inicio de un espacio con rotación, con un límite definido desde el inicio de estos tiempos. Así se enmarca en el tiempo su existencia y Luciano, con el calendario en mano, fue liderando las invitaciones a la salita, mientras que, junto a Sergio, fueron abriéndoles espacio a residentes y visitantes.

Luciano ha hecho un registro visual de cómo esa salita minúscula ha albergado a un sin fin de artistas. Su cámara lo ha visto pasando desde afuera. Sus timelapses son pruebas silenciosas de cómo la creatividad puede desbordarse entre cuatro paredes cercanas. 

“A mí me aporta muchísimo valor que en la salita haya artistas con los que antes no había tenido chance de hablar, entender el trabajo que están haciendo. Tener ahí a alguien trabajando siempre es algo muy rico, de eso se trata también en el aprendizaje como artista”.

Luciano ha sido representante de la propiedad del tiempo, primero sabiendo que había cierta prisa por la inevitabilidad de lo que estaría por desaparecer dos años después de haber empezado. Ahora maneja la incertidumbre de un momento eventualmente inevitable. Sin embargo, como él dice, “la incertidumbre es otra forma de trabajar”.