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Vida en otros planetas: creer o calcular

Por Bruno Comte
@humanismo_comte
YouTube: Humanismo_org

Por un momento nos sentimos parte de algo más grande, a lo cual pertenecemos.

Uno podría suponer que, quienes más creen en la vida extraterrestre, son las personas con menor educación científica y que confían en teorías de conspiración. Pero estaría equivocado.

A medida que una persona sabe más de astronomía y astrofísica, la tendencia a creer que hay vida en otros planetas aumenta hasta llegar a las élites científicas, en cuyo caso el número se eleva a casi un 100% Si no tenemos la menor evidencia de vida extraterrestre, ¿por qué sucede esto?

Si ha estado en el Chirripó o en la Península de Osa, mirando al cielo de noche, habrá sentido algo que no es común. Me refiero a esa sensación de ser pequeño ante algo inmenso, de humildad ante algo imponente y desconocido, que hace que nos hagamos preguntas que normalmente no nos hacemos. Olvidamos nuestros trabajos y los compromisos, las presas en la Uruca y las reuniones de la próxima semana, y por un momento nos sentimos parte de algo más grande, a lo cual pertenecemos.

Existen quienes hacen esto todos los días: Los astrónomos. En eso consiste su trabajo. De lunes a viernes miran al cielo. Miden, investigan, comparan, y obtienen nuevo conocimiento.

Ellos nos explican que la probabilidad de que estemos solos en el Universo es tan baja, que pasa a ser despreciable. Pensemos en ir a Lincoln Plaza el 23 de diciembre. Existe la probabilidad de que no haya nadie más que nosotros. Pero esa probabilidad es tan mínima que, desde que salimos de la casa, nos vamos llenando de paciencia de monje zen por lo que nos espera.

Pero si es así, ¿por qué no han llegado visitantes de otro planeta?

Muchos se preguntan si no estarán ya entre nosotros, lo que no es difícil de creer si damos un paseo por la Asamblea Legislativa. Pero cuando vemos cuánto tiempo nos ha tomado llegar hasta este año, nos damos cuenta de que la vida que conocemos como “inteligente” se ha dado en un periodo muy pequeño, al menos si lo comparamos con el tiempo total en el que ha habido vida en la Tierra. Cuando los científicos hablan de vida, no se refieren a seres antropomórficos con trajes plateados y cabezas grandes, sino a seres que tienen la posibilidad de replicarse y evolucionar a través de la selección natural. Esto puede ser desde pequeños microbios hasta seres más inteligentes que nosotros.

El por qué no sabemos de ellos es debido a que, aunque haya muchos casos de aparición de vida, el Universo es increíblemente grande.

Nuestra galaxia tiene más de 100,000 millones de estrellas, muchas de ellas con planetas. Pero para que exista un planeta que tenga condiciones en las que la vida pueda darse (al menos basada en carbono, como la nuestra) debe estar a una distancia muy especial de esa estrella, lo que se conoce como “zona de habitabilidad”. A esta distancia las condiciones de agua, calor, entre otras, permitirían que la vida pudiera surgir.

Hasta este momento hemos encontrado únicamente 55 planetas con estas condiciones. No se llaman Tatooine o Alderán, sino que tienen nombres más parecidos a los que hubieran resultado si un gato caminara sobre el teclado de la computadora, como K2-72E. Sin embargo, dado este número, así como las observaciones del telescopio Kepler y el observatorio Gaia, los astrónomos han sido capaces de conocer el número de planetas en los que puede haber vida a lo largo de toda la Vía Láctea. En solo nuestra galaxia hay 300.000.000 de planetas.

El problema de un Universo tan grande es que las señales que podemos usar para comunicarnos dependen de la velocidad de la luz, ya que nada puede viajar más rápido. Nosotros hemos estado enviando señales (sin siquiera saberlo) desde hace unos 75 años. Pero las distancias son tan abrumadoras que esto no basta para comunicarnos con otros planetas, incluso dentro de la Vía Láctea. Puede imaginarse estando de pie en la Iglesia de San Pedro y querer caminar hasta el Parque Central, donde se ubica un planeta alejado dentro de nuestra misma galaxia. Lo que esta señal ha recorrido en todo este tiempo es… apenas un paso.

Se vuelve más increíble, ya que esto es solo en nuestra galaxia. Existen más de 100.000 millones de galaxias. En números más concretos, negar la existencia de vida en otros planetas sería como querer caminar desde San José hasta Honduras, y apenas al haber recorrido dos milímetros del recorrido y concluir “No existen personas de aquí a Tegucigalpa”. El tiempo que dura la luz en recorrer estas distancias hace que, si en algún momento recibimos una señal inteligente, lo más probable es que el planeta que la envió ya no exista.

Si multiplicamos 300 millones de planetas por 100.000 millones de galaxias, tendríamos el número de lugares donde podría darse la vida de una forma similar a la nuestra. Y esto es únicamente si hablamos de vida basada en carbono, ya que existen otras posibilidades, como el silicio.

Dados estos números, es difícil tener una muestra que nos permita negar la existencia de vida en otros planetas.

En estos días estamos llegando a Marte, y parte de lo que estamos buscando es la evidencia de vida, o de que la hubo. Estamos ante una situación extraordinaria: si la encontramos y vemos que el ADN es distinto, tenemos un camino increíble por recorrer, ya que podríamos estudiar la forma en la que la vida se dio en un lugar distinto a la Tierra. Pero si este es igual al que encontramos en seres terrícolas, sería igualmente extraordinario, ya que es evidencia de lo que los científicos conocen como panspermia, que significa que la vida se originó el Marte y llegó a la Tierra a través de algo que viajó desde ese planeta, producto de una explosión o choque de algún asteroide o meteorito. Dicho de otra forma, sería evidencia de que en realidad somos originalmente marcianos.

He hablado de un par de los aspectos que los astrofísicos toman en cuenta para hacer sus cálculos. Además de estos toman otros más técnicos, como la probabilidad de biogénesis (cambio de química a biología), y la similitud de los porcentajes de los elementos en nuestros cuerpos y la de estos elementos en el Universo. Todo apunta a que la probabilidad de que no haya vida en otros lugares sea mínima.

Tomando en cuenta estas explicaciones, la sensación de humildad al mirar al cielo una noche estrellada pasa a ser mayor. Nos dice que es muy probable que alguien, desde otro lugar, esté mirando hacia las estrellas en este momento preguntándose si hay vida. Tal vez se quede mirando a una entre millones. Y esa estrella que está viendo en este momento, sea nuestro Sol.

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Bruno Comte. Escritor, inventor y creador del canal de YouTube humanismo_org

Web: www.humanismo.org