Sin Categoría

Reinventarse para no marchitarse

Por Fernanda Acuña
@mfer_17

Como las plantas, una aprende a partir de lo que vive y del entorno. Hay cambios pequeños que hacen una diferencia estúpidamente enorme.

 

Hace varios meses una persona muy importante para mí me preguntó qué me gustaba hacer, y cuando pensé que tenía mi vida arreglada y una respuesta para todo, me di cuenta de que para eso específicamente no sabía qué decir. Entré en un debate interno tan grande que comencé a cuestionarme la mínima cosa, ¿me gusta esto o no me gusta?, ¿salgo porque me gusta o porque prefiero no estar en mi casa?, ¿hago algo porque me gusta o porque me dijeron que tenía que gustarme?, ¿sí me siento bien haciendo ciertas cosas o es por seguir la corriente?, ¿mi vida gira entorno a tendencias y a presiones externas o hago lo que realmente me hace feliz? 

Todo llegó a la conclusión de que hace tiempo no me sentía bien, no me siento bien. Y me costaba aceptarlo, porque significaba cambiar cosas sin saber por dónde comenzar, lo que me abrumó y seguí en la misma rutina hasta que me sentí seca y completamente drenada. Entonces, decidí buscar nuevos intereses, primero de forma muy extrema, porque pensaba en el tan romantizado “giro de 180 grados”, después puse mis pies sobre la tierra y me dije “paso a paso”, así que con un poco más de curiosidad encontré un cierto interés en las plantas… ¿muy raro? Prometo que mencionar esto tiene un fin. 

Seguí investigando acerca de cómo cuidarlas y me di cuenta de que cada planta es un mundo, todas son tan diferentes y delicadas a su forma, que sus necesidades cambian. 

Por ejemplo, hay unas que solo necesitan unas cuantas gotas de agua a la semana para sobrevivir, mientras que otras tienen que estar constantemente en ella; están las que requieren luz directa, pero también están las que pueden vivir en interiores y sombras. 

Otra cosa que influye para ayudarles a florecer es hablarles con amabilidad, a pesar de yo aún no ser constante en eso, sí he visto cómo a las que se les presta más atención florecen más rápido que aquellas que sin querer se pueden dejar de lado.  Incluso el espacio, entre más amplio toman mayor presencia, mientras que en lugares cerrados pueden estresarse y ser más frágiles.

¿Estoy descubriendo el agua tibia? Muy posiblemente, pero en mi defensa con costo puedo mantener una suculenta viva, así que el tema de plantas es un aprendizaje de todos los días.

Por todo esto llegué a proyectarme en el “interés” que estoy aprendiendo y me ha gustado pensar que yo, y las personas en general, somos como plantas, seres vivos que constantemente se adaptan a su entorno para vivir y no marchitarse. 

Creo que algo muy mío es que no tengo problema con el cambio mientras sea yo la que decide tomar la iniciativa de hacerlo, pero cuando se sale de mí la decisión me paralizo y es como si me estancara, como si tuviera una maceta que tiene que recibir luz directamente, pero como el clima cambia, deja de recibirla y no hago nada al respecto, porque ahí, hace “cuestión de nada” estaba bien.

Qué complicado, porque toda esta introspección me hizo darme cuenta de que tenía un concepto super radical del cambio y de reinventarse, reinventarme. En mi cabeza solo valía si significaba irme a quién sabe dónde o hacer quién sabe qué. 

Pero la verdad es que no, como las plantas, una aprende a partir de lo que vive y del entorno. Hay cambios pequeños que hacen una diferencia estúpidamente enorme. 

Cosas que he interiorizado gracias a mi nuevo gusto: si en un espacio se deja de recibir luz, lo mejor es moverse lo que sea necesario para volver a tener contacto con ella. Si se siente que falta agua porque todo está seco, poner más. Si más bien hay exceso de ella y es como ahogarse, reducir la cantidad. Si en el entorno se convive con hormigas o seres que poco a poco quitan partes de una, lo mejor es alejarse de ahí, sanar y que el tiempo deje crecer.

Es así como no hace falta ser radical, reinventarse se trata de un constante aprendizaje en el que una se mueve y se adapta. No se trata de cambiar por cambiar, implica conocer nuestras necesidades, mientras se protege la esencia y eso que nos hace auténticxs. 

Claro que hay temporadas en las que es normal sentirse seca, en las que todo afecta y hay que tomar decisiones sobre qué priorizar, en donde nos topamos con espacios que estresan y buscamos cómo salir de ahí. 

Creo que a lo que quiero llegar, si alguien leyó hasta acá, es que reinventarse es un proceso diferente para cada persona. En mi caso, aprendí que poco a poco, con pequeñas acciones y cierta constancia una vuelve a florecer. Para mí de eso se trata reinventarme, de mover mi maceta, mi planta, y cambiar de hábitos y entorno todas las veces que sean necesarias para no marchitarme.