Sin Categoría

Me gusta el fútbol…pero tal vez no tanto

Por Arturo Pardo

Así, más como testigo que como participante, identifico que el fútbol cada vez me importa menos. 

La verdad es que no podría decir que soy disidente del fútbol, porque disfruto bastante mejenguear; me sé las incidencias históricas más relevantes de muchos de los mundiales del pasado y, para la cita mundialista de Catar, he visto uno que otro partido. Ya esto es algo… ¿cierto?

En 1994 hice la colección completa de tarjetas Upper Deck pero además llené un álbum de postales que había sacado la Pozuelo, en épocas donde aquí no sabíamos qué era el álbum Panini. Eso fue hace 28 años, y en esta oportunidad, no tuve ni el menor interés en comprar una sola postal para el álbum del momento. Desde mi perspectiva adulta no tan consumista, es un desperdicio de dinero, especialmente porque no reconozco ni al 10% de los rostros de los futbolistas. Para decir la verdad, ni siquiera me siento capaz de identificar al 100% de los costarricenses que representaron al país durante pocos días en Catar.

Sigo entonces. Las únicas camisas de equipos de fútbol en mi closet son una amarilla de Colombia (por la nacionalidad de mi papá) y otra negra del Brescia, donde jugó el tico “Tuma” Martínez en los años 2000, pero que, en la parte trasera dice “Chómpiras” y no “Martínez”. Ese fue el apodo que elegí cuando encargamos el uniforme en el equipo en el que jugué durante dos años del colegio. Nuestra escuadra era la versión mala de mi generación. Es decir, no éramos los “seleccionados”, sino los del equipo B, el que no ganaba y el que, desafortunadamente, no tenía ni siquiera la oportunidad de concernirse en la sorpresa en los torneos internos.

Ahora que me leo, pienso que quizá el fútbol sí ha estado presente durante toda mi vida, pero también siento que el porcentaje de esa presencia ha ido disminuyendo con el paso de los años. Esto lo identifico cada vez que me quedo detrás del palo en los chats de WhatsApp donde el fútbol es un tema recurrente. Los compas que protagonizan dichas conversaciones virtuales se han convertido en mis fuentes principales de información. A veces, en medio de los pleitos que discurren entre mensajitos, voy formando mi opinión sobre temas que, en el fondo no me importan tanto. Así, más como testigo que como participante, identifico que el fútbol cada vez me importa menos. 

Quizá ese desinterés no está mal, pero me ha costado un poco hacer las paces con dicha sensación, como si le debiera a alguien (inclusive tal vez a mí mismo) la posibilidad de ser un fiebre de verdad. Me ha pasado cuando veo a medio mundo con “la roja de los ticos” puesta encima, y lo más cercano que tengo es una t-shirt color vino, o cuando, tratando de mejenguear, alguien me explica que estoy ocupando mal mi posición, y yo no logro responder corrigiendo mi ubicación sobre el terreno de juego.

Para mí, jugar fútbol no equivale a nada más que no sea entretenimiento y ganas de sudar. Prefiero eso, que ver por tele partidos de la Liga Premier o del calcio italiano. Seguramente el día en que acepte que está bien no tener mayor interés en este deporte, probablemente me sentiré más liviano. Por ahora, lo que ofrezco es reírme del fútbol, no tomármelo tan en serio y tal vez hasta un par de stickers graciosos-futbolísticos para usar en WhatsApp. De ahí en adelante, si de fútbol se trata, no cuenten conmigo.