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Jugando hockey en Costa Rica

Por Andrés Jiménez

¿Por qué decidí complicarme tanto la vida al escoger jugar un deporte prácticamente inexistente en Costa Rica? 

Bueno, mejor vamos directo al punto. Sí, en Costa Rica se juega hockey; y de hecho, de diferentes tipos. Sí, en el país se juega hockey en patines de línea, patines tradicionales, e inclusive en hielo. Sí, todos estos son estilos completamente diferentes. No, realmente no puedo recomendarle a nadie el adoptar el hockey como su nuevo deporte.

Sin lugar a dudas, cuando uno juega hockey en Costa Rica uno se pasa respondiendo  a preguntas de todo tipo. Aunque esto, en lugar de molestarme más bien, no deja de sorprenderme. Cada vez que alguien me pregunta sobre el hockey en Costa Rica por lo general quedo sorprendido de lo mucho que ya sabe la persona promedio sobre este deporte. Si yo no lo jugase, en realidad dudo que supiese mucho al respecto.

Ciertamente hay muchos tipos y estilos diferentes de hockey. Yo juego hockey en patines, en patines en línea para ser más específico. Y ese detalle es crucial porque en el contexto tico quiere decir que juego un tipo específico de hockey que se asemeja más al hockey sobre hielo. La principal diferencia es que nosotros jugamos sobre superficies de concreto, en lugar de en pistas de hielo.

Algo curioso es que rara vez me han hecho la pregunta de porqué siquiera empecé a jugar este deporte. ¿Por qué decidí complicarme tanto la vida al escoger jugar un deporte prácticamente inexistente en Costa Rica?

En las pocas ocasiones en que esta conversación se ha dado, mi respuesta inicial siempre ha sido bastante sencilla. Cuando era adolescente mi hermano mayor compró un juego de video de hockey. Cuando eventualmente quise practicar este deporte en la vida real tuve la gran suerte de encontrar una pequeña comunidad de personas que compartían la misma curiosidad. 

Sin embargo, en realidad creo que el motivo por el que he seguido jugando hockey por más de dos décadas se debe a algo mucho más profundo. Nuestra identidad se construye y se le va dando forma a través de las cosas que hacemos y los hábitos que mantenemos. Creo que mi motivación más profunda está ligada desde un inicio a un deseo de ser diferente, a una necesidad de seguir un camino poco recorrido.

Yo desde pequeño me sentía poco satisfecho jugando los deportes más comunes que practicaban la mayoría de los adolescentes en Costa Rica, y el hockey se convirtió en una oportunidad de hacer algo distinto. 

Después de todo, difícilmente se puede encontrar un deporte tan diferente y fuera de contexto en este país como el hockey,  un deporte que se practica principalmente en Norteamérica, y el norte y este de Europa. Un deporte que tradicionalmente se considera una actividad de invierno, y que requiere de mucho equipo de protección e instalaciones muy especializadas para poder practicarlo adecuadamente.

Hoy en día, cuando veo en retrospectiva después de más de dos décadas jugando este deporte, puedo ver que he conseguido mucho más que el deseo de seguir un camino diferente. Puedo distinguir tres enseñanzas claves que me ha dejado este deporte. 

El poder de los grupos auto-organizativos

Una de las características más particulares del grupo de personas con las que juego hockey es su carácter auto-organizativo. Es decir, este es un grupo en donde en realidad nunca ha existido un líder claro, un presidente, o algún tipo de director. Nunca hemos logrado estar lo suficientemente organizados como para poder designar a alguien con este rol.

Lamentablemente, esta falta de organización clara ha sido sin duda nuestro mayor reto a través de los años. Ha evitado en cientos de ocasiones que logremos organizarnos de forma clara y eficiente, y ha sido el causante de incontables conflictos internos. Ciertamente esto ha evitado el que logremos explotar el verdadero potencial de los miembros del grupo.

Pero, irónicamente, esta característica ha sido en cierta forma un factor clave que nos ha dotado al mismo tiempo de un alto nivel de resiliencia. La falta de liderazgo ha dado origen con el tiempo a una forma de organización orgánica y no jerárquica, que se ha convertido en una de nuestras mayores fortalezas.

Esta forma de organización descentralizada significa que el grupo no depende de un líder o individuo, sino que se organiza de manera fluida de acuerdo a las circunstancias del momento. Es lo mismo que nos ha permitido seguir coordinando a pesar de la salida de diferentes miembros durante los años.

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La clave del disfrute

Gracias al hockey he logrado entender de una manera más clara y directa cómo se desarrolla el sentimiento de disfrute al realizar una actividad. En mi opinión, sea cual sea la actividad que estemos realizando, el disfrute se origina cuando existe una interacción entre dos elementos fundamentales.

Aquí se trata de los retos constantes que están ligeramente fuera de nuestro alcance, por un lado, y la percepción de tener un cierto sentido de control en relación a lo que estamos haciendo.  Los nuevos retos nos mantienen constantemente estimulados y desafiados, mientras que el sentimiento de control nos permite sumergirnos con confianza en la actividad presente.

El hockey fue para mí el ejemplo perfecto de la interacción constante de estas dos fuerzas. Luego de más de dos décadas de practicarlo, mi sentido de control al jugarlo es considerable, pero al mismo tiempo siempre logro encontrar en cada partido, en cada mejenga, nuevos retos y desafíos ligeramente fuera de mi alcance. Ese baile constante entre estos dos elementos es, sin lugar dudas, la clave del disfrute.

El secreto de la felicidad

Todavía me acuerdo la última vez que tuve esta misma conversación. La he tenido ya casi una docena de veces. Yo estaba conversando con mi amigo Justin, un canadiense que creció jugando hockey sobre hielo en los suburbios de Toronto y que vive en Costa Rica desde hace casi una década.

Justin estaba frustrado debido a alguno de los incontables retos que significa jugar hockey en Costa Rica. No recuerdo el motivo específico, pero ejemplos sobran. Mi respuesta a este tipo de situaciones siempre ha sido la misma. El psicólogo estadounidense Barry Schwartz ha sido uno de los principales investigadores del efecto que tiene el exceso de opciones en nuestra percepción de satisfacción y felicidad.

Siguiendo el ejemplo de Schwartz, recuerdo haberle preguntado a mi amigo si sabía cuál era el secreto para poder disfrutar plenamente el jugar hockey en Costa Rica a pesar de toda la frustración que esto podía conllevar. “Tener bajas expectativas,” recuerdo haberle dicho. “Lamentablemente no sé cómo hacer eso”, me contestó Justin. “Soy demasiado competitivo”.

Para mí, cada partido de hockey que juego es una lección de gratitud. Los enormes retos y la constante falta de condiciones adecuadas para practicar este deporte en Costa Rica pueden ser una fuente de desmotivación constante. Por otro lado, cuando la única alternativa sería tener que jugar este deporte en una consola de videojuegos, eso hace que cada partido valga oro. El bajar mis expectativas sin lugar a dudas me ha enseñado a aceptar y disfrutar cada partido como es, y a encontrar el disfrute en donde los demás solo ven decepción. 

Al final, quién sabe qué pasará con la comunidad de jugadores con la que juego. Quién sabe qué le depara el futuro a nuestra liga de hockey. Ciertamente la pandemia global que ha resultado ser el Covid 19 ha puesto un alto momentáneo a nuestros encuentros. Sin embargo, eso no me preocupa mucho. La comunidad se mantiene activa y nuestro amor por este deporte sigue estando presente.

Por más que encante jugar hockey en Costa Rica, quizá uno de mis aspectos más contradictorios es que no le recomiendo a nadie el adoptar el hockey como su nuevo deporte.  Creo que la mejor explicación a esta respuesta la escuché del Dalai Lama, quien con frecuencia aprovecha cada oportunidad que tiene para recomendarle a sus espectadores no adoptar el Budismo como una nueva práctica religiosa. En cambio, para el Dalai Lama lo más recomendable es el seguir intentando explorar lo que nos ofrece el contexto cultural y espiritual que es más familiar y accesible para nosotros. Yo nunca lo hubiera podido explicar de una mejor manera.


Andrés Jiménez es un emprendedor e investigador. Le apasiona buscar y contar historias y perspectivas poco contadas. Su meta es contribuir a la creación de una cultura de la curiosidad. Es el creador de los podcasts Bobel y Peace and Conflict Fundamentales, y es cofundador de The Veer. Lo pueden contactar en bobelpodcast@gmail.com