Por Liza Castillo
@liza_castillov
La movilidad necesita de un nuevo debate sobre lo público, lo de todas las personas, sobre las nuevas condiciones de infraestructura que necesitamos.
Caminar es una de las mejores expresiones de libertad. Es la base de la movilidad sustentable y la razón de ser de este artículo.
¿Hace cuanto caminaste por tu barrio? ¿Qué observaste? ¿Cómo estaba el estado de la acera? ¿Te fue sencillo cruzar en las intersecciones? ¿Te sentiste segura o seguro durante todo el trayecto? ¿Podrías hacer el mismo recorrido llevando un coche de bebé o con la compañía de una persona adulta mayor?…
Si las respuestas van cambiando tu percepción de libertad que mencionamos al inicio, estamos provocando lo que deseamos.
Es inevitable observar la poca infraestructura que nos permite movernos caminando por nuestros barrios y ciudades, históricamente ha habido una concentración tradicional y desigual de las inversiones en la infraestructura para la circulación de vehículos y no de personas. Esta condición ha estimulado una demanda inducida a la tenencia de vehículos motorizados.
Entre el 2005 y el 2015, América Latina reportó el mayor crecimiento regional en la propiedad de vehículos según el Informe del Estado Global sobre el Transporte y Cambio Climático. SLOCAT 2da edición. Eso significa que hay más personas queriendo moverse en sus vehículos, lo cual deriva en una mayor congestión, mayor contaminación, generando afectación climática y mayores tiempos de viaje.
Así mismo, las infraestructuras de servicios públicos que complementan los desplazamientos a pie han venido perdiendo calidad y carecen de infraestructuras de información que permita a las personas usuarias tomar decisiones informadas, conocer realmente los tiempos de viajes y de espera del servicio. Estas condiciones impactan nuestra libertad, generan desigualdad y limitan el acceso a la mayoría de personas a oportunidades laborales y económicas. Caminar para muchas mujeres, ha dejado de ser una opción por las condiciones de inseguridad, violencia y acoso que enfrentan.
La movilidad necesita de un nuevo debate sobre lo público, lo de todas las personas, sobre las nuevas condiciones de infraestructura que necesitamos para evitar al máximo los viajes motorizados, poder cambiar y utilizar más frecuentemente, medios más sustentables como la bicicleta y el transporte público y tener la certeza de que regresaremos seguras a casa.
El reto de reducir las emisiones es el mayor reto que tenemos como humanidad y empieza determinando ¿cuándo salimos a caminar? Aprovechemos estos meses para caminar: en la ciudad, en nuestros barrios, en la montaña, en la costa, entre volcanes, caminemos y observemos qué trae para nuestras vidas y nuestro hábitat, que prioricemos las infraestructuras y servicios que faciliten y estimulen esta maravillosa expresión de libertad.