Sin Categoría

Extraña culpa imaginaria

Por Melannie Leal Ruiz
@melrlealr

Todo este concepto al final es solo una construcción que hicimos para excusarnos ante la sociedad por el miedo que nos causa no entrar en la caja, un miedo a ser juzgada. ¿Juzgada por qué?

Qué concepto más raro ese de avergonzarse por gustos que nos hacen felices y que nos aportan como personas. Al final, somos lo que amamos, ¿no? ¿Por qué debería sentir culpa?

La pregunta existencial que no deja de rondar mi cabeza desde el momento en que supe acerca de este concepto de guilty pleasures o gustos culposos sigue siendo la misma. ¿Por qué sentir culpa de disfrutar de actividades que hacen esta vida un poquito más llevadera?

Es claro que hay límites, obvio. Para todo hay límites. Aún así, mientras mis gustos no afecten la integridad de nadie a mi alrededor y no perjudiquen a otras personas, no debería sentir culpa de… sentir –aunque suene redundante–.

Los gustos culposos siempre han dado de qué hablar, ¿no? Los años pasan y esas cosas que son aceptadas socialmente cambian, pero siempre existen actividades que no decimos (al menos públicamente) que hacemos. Por eso, me parece curiosa esta complicidad que hay alrededor de hablar de guilty pleasures. Siempre que alguien lo menciona es como si abriera una parte de su alma, un secreto oscuro guardado en lo más profundo de su mente. 

Todas y todos queremos escucharlo.

Cuando realmente sentimos culpa o vergüenza de algo intentamos no compartirlo, es lógico. Entonces, todo este concepto al final es solo una construcción que hicimos para excusarnos ante la sociedad por el miedo que nos causa no entrar en la caja, un miedo a ser juzgada. ¿Juzgada por qué? ¿Por no cumplir con los estándares sociales de lo correcto o lo normal?

¡Qué aburrido!

Siempre he pensado que no deberían haber guilty pleasures, nada más pleasures. Cuando alguien me pregunta cuáles son los míos la respuesta es siempre la misma: no tengo. No creo en tener culpa por disfrutar de música, actividades, arte o momentos que me producen serotonina. Avergonzarme de alguna de estas cosas sería avergonzarse de mí misma, de elementos vitales que me componen y me hacen ser quien soy.

Si estaban esperando una revelación creo que les decepcioné. No escribo todo esto para contarles acerca de alguno de mis guilty pleasures, sino más bien escribo para decirles por qué nadie debería tenerlos.

Escribo para ojalá darle un giro a esta extraña culpa imaginaria. Todo por sentir.


Soy un poquillo escandalosa y me río por todo, creo que por eso las personas me dicen que les recuerdo al sol y al color amarillo. Quiero comerme el mundo de a poquitos y escribir es una de esas prácticas que me ayudan a hacerlo.