Por María Prétiz
@mariapretiz
Me asustan más los conciertos virtuales que los presenciales.
Confieso
Que en toda la pandemia he seguido incesantemente la pugna entre Fox y CNN, verdades alternativas, como para entender la guerra civil que se arma en ese país, pero sobre todo el fenómeno tan loco de las “verdades absolutas” más distintas, y el odio tan de moda. Gasto en cable lo que debería ahorrar para pintar el techo.
Confieso
Que dejé de ver las conferencias de prensa del Ministerio de Salud después de que llegaron a hacerlas cada dos días, por puro cansancio (desde las dos perspectivas).
Confieso
Que hay amigos y amigas de veras, queridos y queridas, a los y las que no les he ni contestado los mensajes, porque no tengo ganas de hablar, y he decidido dejar de fingir. Las ganas.
Confieso
Que no sirvo para nada en Instagram, por lo tanto mi carrera se fué al carajo, y además, por más que piense que debería querer aprender, no quiero.
Confieso
Que soy de carne y hueso, y sangre, y vísceras, y sobre todo emociones, que son las que, más que cualquier otra cosa (corrobora mi doctor telefónico del Ebais), me suben la presión. Maldita la presión.
Confieso
Que sin mis perritas me cuesta encontrarle cualquier sentimiento hogareño a este lugar en el que vivo. Que le hablo (mucho, largo) a cuanto gato, pájaro, yegua o cabra tenga delante, en mis largas caminatas, con lágrimas en los ojos. Y a todos los perros, sobre todo…
Confieso
Que me asustan más los conciertos virtuales que los presenciales, y aunque agradezca tanto poder tocar de alguna forma, es rarísimo. Corro el riesgo de aplaudirme a mí misma para escuchar algo al final de cada pieza. Confieso, además, que siempre me ha gustado más crear las canciones que ejecutarlas, y que el encierro impuesto es la excusa perfecta para sólo componer (o intentarlo).
Confieso
Que vivo de dar clases, y aunque es terriblemente incómodo darlas por zoom y whatsapp, agradezco tener trabajo, y me parte el alma la situación de tantos colegas que viven de tocar.
Confieso
Que en este año de pandemia en que tanta gente valiente se graduó, aprendió japonés, e hizo yoga en pantalla (mis respetos), yo no terminé ninguno de mis 9 proyectos interesantes.
Confieso
Que no participo ni digo absolutamente nada, en muchos chats y zooms y conferencias, porque no logro las ganas de informarme mejor (y sin info no se habla), ni me interesan tantas canciones igualiticas a todo lo ya hecho….)
Porque no tengo concentración
Confieso
Que no tengo concentración
Se me perdió.
Pero
He aprendido horrores. Literalmente.
Y a veces, aprender horrores, es un muy buen principio
Para algo.
Tal
Vez.
18 de diciembre, 2020.
Sobre la autora:
María Pretiz: Desde hace como 32 años soy cantautora, pianista y arreglista. Profesora de piano, desde hace menos. Me gusta mucho escribir, tomar café, ver series apocalípticas como “Black Mirror”, y hacer largas caminatas con mis amigos.