Por Cueva
@cuevaenelbeat
El mundo progresivamente se pone activo de nuevo.
Son los primeros días de marzo 2020 y me encuentro en Ciudad de Panamá cantando matizadísimo en mi cuarto; estoy emocionado por ir de vuelta a Costa Rica a dar mi primer concierto en más de 10 meses. Me fui al sur por trabajo, y desde entonces no chiveaba, pero sí tenía un repertorio de nuevas canciones que estaba emocionado por interpretar en vivo por primera vez.
Ya tenía bookeado El SUB, un recinto íntimo en San José (mejor conocido en otros tiempos como “El Sotano”), y había armado además un lineup que me complacía mucho, con artistas como Mariano SL y Fabrizzio, quienes, según yo, traen el nuevo evangelio a la escena de hip hop local. Le puse al chivo “Rapóstoles”.
Y según yo, también, esto sería el inicio de un espacio para exponer artistas frescos. Así estaba ilusionado como tantos millones más en ese momento, quienes tuvimos que refrescar la memoria respecto a la certeza de que nuestros planes son un chiste ante la entropía universal y por ende toca estar siempre listos para someternos al flujo natural de lo que acontece.
Las noticias de Covid se acercaban más a Centroamérica, pero de alguna forma eso en mi cabeza parecía estar completamente desligado del hecho de que yo viajaría a Costa Rica por ahí del 15 a pasar mi cumpleaños, y que luego daría el mejor concierto hasta el momento como Cueva.
Vi mi fe mermar de una fogata tipo Burning Man, a una modesta llama de candela que da luz de forma apenas intermitente ante el azote de una brisa inoportuna. Mi novia empezaba a introducir la idea de hacer algún cambio de plan y mi familia whatsappeaba con emojis de preocupación.
El 6 fue el primer caso en Costa Rica; el 8 en Panamá. Aunque allá nos dimos cuenta de ese primer caso solo porque ya se había muerto una persona, así que uno asume que el bicho llevaba rato turisteando la capital panameña.
Unos días después cancelé el vuelo, luego cerraron los aeropuertos y, de repente, me encontré confinado a un tubo de concreto a 15 pisos de altura, con solo 2 horas al día para salir, de día de por medio según lo dictan mis cromosomas XY.
Así fue como me despedí de mi “concierto de regreso”, pero no caía en cuenta aún de que no solo me iba a perder mi chivo, si no TODOS los chivos hasta nuevo aviso. De un pronto a otro, ya nada sería igual.
Pienso que ningún evento es en su totalidad “bueno” o “malo”, primero porque bueno y malo no son cosas reales, sino apenas nociones de nosotros los homo sapiens. Quiero decir, no existen fuera de nuestras evaluaciones, mismas que no están desligadas de cosas relativas como la cultura o nuestra propia historia de vida.
Segundo porque, es imposible evaluar las ramificaciones que cada hecho va a tener: lo que empieza como algo malo, muchas veces potencia lo bueno que le sigue, y así se da el movimiento en el espacio.
Así fue que, siguiendo ese principio, escribí en ese momento una pieza que se llama “Hits Diferente”, la cual por lo menos cuenta como un retoño bonito de lo que pasó durante el marzo más tétrico que me ha tocado.
Al momento de escribir esto, ya la tierra dio una vuelta entera al sol desde que se acabó la música en vivo en mi vida; lapso durante el cual además volví a vivir a Costa Rica y que también clasifica como una consecuencia agradable para mí.
El mundo progresivamente se pone activo de nuevo. Para bastantes personas inclusive ya las cosas están prácticamente como antes. Ya puedo ver que tenemos algunos chivos en San José y la periferia, aunque con capacidades limitadas y otras regulaciones que parece se cumplen de vez en cuando.
No obstante, creo que todavía falta un poco para que las condiciones estén ahí para querer volver a aventurarme al escenario, pero es emocionante que ya es posible ver la luz al final del túnel. No solo eso, también me ilusiona la idea de volver a conciertos o a un festival, y así como yo sé que somos millones. Por eso mismo, estoy con la fe de que lo que sigue sea una explosión de oportunidades para que tanto artistas como amantes de la música satisfagan la sed que solo disfrutar la música en comunión trae. Esa liberación, como abrir las puertas de la represa que se extraña tanto.
BONUS: Abajo un playlist con algunos de mis artistas favoritos del momento, que me encantaría ver en vivo apenas tenga chance.
Post-Pandemia Dreams Playlist
Sobre el autor:
David Bolaños es ex-guitarrista de la banda de rock experimental Zópilot, y actualmente produce hiphop y rapea bajo el nombre Cueva.