Sin Categoría

Almas gemelas

Por Camila Prieto
@nadiemedicemila

​​Mis amigas me han dado más amor del que pensaba que era capaz de recibir y nunca me han hecho sentir que el amor que yo doy es demasiado para ellas.

Nunca he sido muy buena en las relaciones románticas, ¿han escuchado la frase coaches don’t play? Bueno, yo soy esa amiga que da (en mi no tan humilde opinión) muy buenos consejos amorosos, la amiga que siempre sabe qué decir y cómo solucionar todo de la manera más asertiva y saludable posible. Pero cuando me toca a mí, las cosas se me complican un toque; me ahogo en vasos de agua y me autosaboteo hasta que no logro manejarlo más. 

Yo siento mucho, quiero mucho, y eso a veces puede llegar a ser abrumador; otro tema que he tratado en terapia. Pero es que creo que el amor es el sentimiento más bonito que podemos experimentar, querer a alguien, querernos a nosotrxs, querer algo; probablemente tiene que ver con las hormonas que liberamos o una respuesta química que no entiendo, yo prefiero pensar que es algo así como magia. Magia que atesoro mucho porque sé que en cualquier momento se puede ir.

Y es que adentrarse en el amor es ser total y completamente vulnerable, tener miedo a no ser suficiente o ser demasiado; es permitir que alguien entre y esperar que decida quedarse. Aunque a veces puede ser algo hermoso, otras puede ser un detonante: de la nada aparecen conflictos que no sabíamos que teníamos, inseguridades y miedos que pensábamos que habíamos dejado atrás; y todo se reduce a un aprendizaje más, para la trama de la historia. A mí me solía pasar lo segundo y pensaba que estaba destinada a sentir el amor solo de esa forma: fugaz, temporal e intensa.

Pero ese no es el único tipo de amor que podemos experimentar, ni debería serlo. Con el tiempo me he dado cuenta que el amor está en absolutamente todo, mucho más allá de lo romántico, y que me rodea y me abraza constantemente: amo la música, amo el cielo, amo reírme, amo a mi familia, y amo a mis amigas. 

Con ellas todo es más fácil, su amistad me ha ayudado a crecer. Y es que, ¿pueden imaginar algo más bonito que el amor entre amigas? Escogemos a una persona, decidimos que nos cae bien y coincidimos en lo suficiente para formar un lazo lleno de compañerismo y complicidad. Nunca he creído en el sentido romántico de las almas gemelas, no creo que haya una pareja para toda la vida; pero sí creo que existen en un sentido más platónico, algo así como las amigas del alma. Mis amigas son mi alma gemela.

Me protegen, me cuidan y me quieren, sin esperar nada más que mi amistad de vuelta. Mis amigas conocen mis partes más lindas y otras con las que sigo batallando, conocen todas mis facetas y así me quieren, así deciden quedarse y me acompañan, no me juzgan.

No creo que haya nadie que se alegre más por mis logros, que sepa exactamente qué canción poner cuando estoy triste, qué decir cuando ni siquiera yo puedo explicar cómo me siento o que odie más a mi ex que mis amigas (esto último es un poquito en broma, creo).

Y es que cuando me han roto el corazón, ellas me han levantado, secado las lágrimas y abrazado hasta que me vuelven a armar. Cuando las cosas han salido mal, han estado ahí para sostenerme y darme el empujón que necesito, me han escuchado con paciencia y me han aconsejado con cariño. Y cuando han salido bien, me han apoyado y celebrado mis éxitos como si fuesen suyos. Me han ayudado a entender que mi valor no radica en que alguien más me quiera o no (junto a mi psicóloga, que también aprecio mucho). 

En el griego antiguo hay una palabra para describir este tipo de amor: Phillia, que se traduce en amistad y afecto, algo así como amor fraterno, que incluye solidaridad y lealtad. Mis amigas son de lo más valioso que tengo, admiro su fuerza, su talento, su cariño y su sentido del humor que se parece mucho al mío, aprecio su solidaridad y lealtad. 

Ellas me ayudaron a desmentir la noción de que para amar a alguien más hay que amarse primero a una misma, como si no fuéramos merecedoras de dar y recibir amor solo por ser. Que aunque me sienta imposible de querer merezco su cariño, su compañía, su compasión; merezco mi propia compasión.

​​Mis amigas me han dado más amor del que pensaba que era capaz de recibir y nunca me han hecho sentir que el amor que yo doy es demasiado para ellas.

Sigo explorando el amor romántico, sigo conociéndome y entendiéndome. Y aunque intento darme la oportunidad de sentir y querer a alguien de esa forma, también trato de recordarme que no solo existe el amor romántico, que el amor no está, ni debería estar solo ahí. El amor está en todo lo que me rodea: especialmente, está en mis amigas y la fuerza que me dan para no rendirme conmigo misma.

A las amigas que siempre han estado, las que ya no están y las que acaban de llegar, gracias.