Sobre un proyecto de Francesco Bracci
Texto por Arturo Pardo
@francesco.bracci / @micromacro.costarica
¿Cuánto espacio necesitamos para vivir bien? ¿Cómo podemos darles una segunda vida a los espacios?
Estas eran las dos preguntas que tenía anotadas para comenzar la entrevista con Francesco Bracci. A lo largo de una conversación de casi una hora, no fue necesario hacerle las consultas. Conforme me fue explicando de su más reciente proyecto, (MicroMacro) fui visualizando una posibilidad de vivienda en la que no hacen falta muchos metros cuadrados para desarrollar una vida con suficiente comodidad y donde hay espacio para todo lo necesario.
Para la segunda pregunta ese mismo proyecto sirvió de respuesta. Esta iniciativa, que desarrolla junto a su colega Alex Catona, le da una nueva vida a buses que pasan de ser candidatos para convertirse en chatarra, a convertirse en casas de habitación
MicroMacro nació en medio de la pandemia, como una solución inmobiliaria ajustada a un presupuesto más accesible, en medio de un contexto de crisis económica. Sin embargo, para Francesco, la experiencia con tiny houses no es del 2020. El arquitecto construyó su propia casa a finales de la década pasada. Por una limitante de recursos y por una filosofía de vida decidió que diseñaría en función de un espacio mínimo. Así, la primera versión de su casa fue de 3×8.
Durante los siguientes 12 años su casa se fue ampliando, pero siempre basándose en elementos y espacios multifuncionales. A la vez, su propia casa se convirtió en un laboratorio de materiales y diseños experimentales, donde podía probar una y otra vez, poniendo y quitando las pruebas que no salían tan bien como esperaba.
Cuando Melissa, su pareja, se sumó a la casa, la casa se adaptó y requirió ciertas adaptaciones. Luego nació Eva, su hija, y entonces le nació también otra extremidad al proyecto, que iba creciendo en varias direcciones, adecuándose a las posibilidades del terreno.
“Fuimos cambiando conforme a las necesidades que teníamos. Descubrí cómo un espacio físico es como un ente viviente”.
Hoy esa casa tiene consta de áreas multifuncionales, que se interconectan por gradas y escaleras en caracol y cuenta con muebles mutables y plegables. Si bien Francesco y su familia dejaron de vivir en esta casa recientemente, el proyecto, –en un terreno de 250 metros cuadrados– ahora tiene cinco apartamentos y un estudio.
Con esa misma mentalidad sobre el aprovechamiento eficiente de los espacios, MicroMacro les da una segunda vida a los buses en desuso para convertirlos en casas.
Si les han sacado provecho a estos buses de 12 metros de largo es por todas las ventajas que hallaron en ellos. Un vehículo de estos está diseñado por llevar hasta unas 70 personas dentro, lo cual asegura que su estructura soporta mucho peso. Cuenta con ventanas a ambos lados, algo que facilita la ventilación y, a la vez, resiste a la intemperie.
Un bus, luego de 20 años de uso, se le acaba su vida útil, pues ya no puede seguir siendo usado como transporte público. Con este proyecto, donde antes había asientos separados por un pasillo, ahora puede caber una cocina, un dormitorio, un baño y un área “social”.
El proyecto ya cuenta con un prototipo hecho en un bus de 12 metros de largo, mientras que Bracci y Catona están a punto de desarrollar una versión más micro, partiendo un bus por la mitad.
“Esta es una posibilidad para alguien con disposición para buscar la simplicidad. Vivir en un espacio así puede ayudar a que alguien se convierta. En minimalista… es casi una filosofía de vida que puede nacer por necesidad económica por la búsqueda de sencillez, de vivir con lo indispensable”, dice Bracci.
Cuando la conversación está por llegar a su final, le pregunté qué era lo vital para habitar un espacio. Su respuesta se resume así: “Uno puede vivir en un espacio gigante, donde podría sentirse comprimido sin buena iluminación y buen tránsito del aire. Un espacio siempre debe tener fluidez; la energía debe poder entrar para que los espacios fluyan”.
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Francesco Bracci es arquitecto y artista plástico, cofundador de la empresa MicroMacro Costa Rica. Desde siempre ha tenido interés en buscarle una segunda vida a objetos que ya cumplieron su “vida útil”, en este caso los buses se convierten en la materia prima.
Arturo Pardo tiene un cartón de politólogo pero ha trabajado como si fuera comunicador, músico y actor en algunos proyectos nacionales para cine y teatro. Es ex asmático y habilidoso jugando damas chinas. Edita el boletín Good Feed.