Por Karla Ávila
@diversamente.cr
Convivir con personas que no respetan lo más básico de tu ser deja heridas emocionales que toma tiempo sanar.
Mi camino en la psicología afirmativa empezó sin darme cuenta. A ciencia cierta puedo decir que cuando entré a la universidad pensando que iba a ser una psicóloga, jamás me imagine que iba a ser la psicóloga que soy hoy. Si, la Karla que cumplió 18 años en el primer mes en la U, y que hasta ese momento, nunca se había permitido tan siquiera pensar que existía otra opción que no fuera la heterosexualidad, de repente se encontró con el mundo de cabeza al sentir esas maripositas en el estómago cuando veía a su compañera con la que hacía todos los trabajos. En un intento de entender y acercarme a este mundo que era tan nuevo para mi, hice mi primer trabajo de investigación sobre familias homoparentales. Así fue como poco a poco, leyendo y educándome en temas que en ese momento todavía eran tabú, inicié mi formación como psicóloga afirmativa. Pero, ¿qué es la psicología afirmativa? En términos muy generales es la psicología que trabaja con personas no heterosexuales o no cisgénero. Ahora bien, al ser un enfoque integral no se trabajan únicamente motivos de consulta relacionados con la orientación sexual o la identidad de género. Las personas LGBTIQA+ como cualquier otra persona merecemos poder ir a un espacio seguro en el que hablar de nuestros temas sin ser juzgades. Mis propias malas experiencias en ese tema, cuando acudí a profesionales que de forma poco ética antepusieron sus creencias en mi proceso, fueron el motor para decidir activamente trabajar de forma exclusiva con mi comunidad. Yo tengo certeza de que no soy ni la primera ni la única psicóloga que se identifica como parte de la comunidad LGBTIQA+ en Costa Rica, pero sí la primera en abrir un espacio exclusivo para personas sexualmente diversas.
Como psicóloga, siempre he considerado que ir a terapia es importante, pero por mucho tiempo la sociedad no lo consideró de la misma manera y se veía casi como un lujo que solo algunas pocas personas podían permitirse. A mí parecer, la pandemia vino a ponernos sobre la mesa la importancia de la salud mental, me atrevería a decir que casi al mismo nivel que
la salud física. Con la llegada de la pandemia y la cuarentena obligatoria, muchas personas empezaron a presentar síntomas de ansiedad, ataques de pánico, depresión, insomnio, e ideación suicida. Si a esto le sumamos tener que vivir con personas que no respetan lo más básico de tu ser, que te llaman por un nombre que no solo no es tu nombre, sino que te recuerda un pasado doloroso, personas que utilizan pronombres incorrectos, que te ofenden, o te agreden física, emocional o sexualmente, la situación se vuelve insostenible, y trae consigo muchísimas consecuencias a nivel psicológico. Convivir con personas que no respetan lo más básico de tu ser deja heridas emocionales que toma tiempo sanar, especialmente cuando la sociedad nos ha enseñado que estas personas que las causaron son tu familia, quienes deberían conformar tu red de apoyo, y a quienes les deberías perdonar cualquier cosa.
En este contexto, muchas personas se decidieron o encontraron que su única alternativa era volver a vivir en un clóset, negando su propia identidad u orientación.
Muchas otras atravesaron un duelo por la pérdida de estos vínculos, pero lamentablemente una gran cantidad no tuvo otra alternativa que aceptar todas estas condiciones hostiles y violentas.
Y entonces ¿qué hacemos con todo esto? Lamentablemente no existe una única receta para mejorar la salud mental o garantizar el bienestar de las personas LGBTIQA+. Mi primer acercamiento al conocer la historia de una persona está enfocado en buscar su seguridad. Si estamos en un ambiente hostil en el que se está siendo constantemente agredida, difícilmente vamos a lograr tener un balance en la salud mental. Encontrar este lugar seguro a veces requiere de esfuerzos adicionales, o de redes de apoyo nuevas o externas. Una vez que podemos garantizar este espacio seguro podemos enfocarnos en el auto cuidado.
Se nos ha vendido la idea de que el auto cuidado es ir a un spa y que nos hagan una limpieza facial, y a pesar de que eso podría considerarse auto cuidado para algunas personas, va más allá. A mi parecer lo primordial en el auto cuidado es tener el acompañamiento profesional adecuado, y con esto me refiero a psicólogues y psiquiatras correctamente identificades y colegiades. Auto cuidado también es tener tiempos de descanso, nutrir e hidratar el cuerpo, buscar movimiento corporal y placer sexual.
Es reconocer si tenemos alguna idea o pensamiento intrusivo o recurrente, es darnos el espacio para conectar con nuestra espiritualidad, con nuestras emociones y sentimientos o nutrir los vínculos con nuestros seres cercanos. Si lográs alcanzar un balance en todos estos aspectos, es probable que estés acercándote a un estado de mejor salud mental y bienestar integral.
Si estás pasando por un momento difícil, quiero recordarte que no estás sole.
Si tenés una emergencia podés llamar en cualquier momento al 911 y te van a ayudar a canalizar tu caso con las personas profesionales correspondientes, el colegio de profesionales en psicología también ha puesto a disposición la línea Aquí Estoy (2272-3774) en donde podés ponerte en contacto telefónico con un profesional de forma gratuita de lunes a viernes de 1 p.m. a 10 p.m. y sábado de 9 a.m. a 4 p.m. Las universidades también ofrecen terapia a bajo costo o gratuita con sus estudiantes avanzados de licenciatura. Los servicios de psicología y psiquiatría de la Caja Costarricense del Seguro Social (CCSS) también son opciones para algunas personas, y en algunas municipalidades hay espacios grupales enfocados a algunas poblaciones o temáticas específicas.
Sicóloga [ ella ]