Por Graciela Fournier
@gracielafournierart
He encontrado maneras de expresar mis sentimientos y emociones y dejarlas plasmadas en piezas de arte. Durante estos procesos me he apoderado de la rosa como musa en mis piezas de arte por diversos significados.
En mi camino, realmente no creo que me haya perdido. Estoy segura que cada decisión que he tomado en su momento fue la correcta: estudiar, casarme, tener hijos… cuidarlos y dedicarme a ellos, en fin, tener el privilegio de ser mamá a tiempo completo. Son decisiones que tendrán sus frutos a lo largo de mi vida. Pero la vida no es perfecta, ni todo lo podemos abarcar y los sacrificios son parte de nuestro recorrer. Yo sacrifiqué mi carrera durante muchos años.
Hace unos años, decidí que quería retomar mi carrera como artista. Como todo, lleva un proceso, buscar un espacio, crear nuevos hábitos y sobre todo, empezar y comenzar a trabajar. Este nuevo reto me da tiempo para pensar, reflexionar y estudiar a fondo sobre las cosas que más me interesan. En estos espacios, me reencuentro como mujer, como ser humano, madre, hija y sobre todo me da chance a que surjan nuevos sueños en mi vida. Cuando estoy en mi estudio rodeada de mis materiales de trabajo, mi imaginación vuela a espacios que nunca antes pude pensar que iba a llegar. Ahí guardo información para mi retroalimentación diaria.
Como artista textil, constantemente paso por diversos procesos. Trabajar con fibras me permite ver la transmutación de cualquier objeto y su conversión al arte. Estudiar los materiales y sus procesos me involucran en un mundo inmenso de la industria textil. He encontrado maneras de expresar mis sentimientos y emociones y dejarlas plasmadas en piezas de arte. Durante estos procesos me he apoderado de la rosa como musa en mis piezas de arte por diversos significados. Esta especie ha sido utilizada a través de la historia en múltiples ocasiones. Ha sido símbolo del amor, de la pasión, de la fragilidad, delicadeza y feminidad. Ha estado representado en banderas y escudos durante la historia de la humanidad. Es un símbolo de perfección y belleza.
Cuando reconstruyo las rosas a partir de materiales reutilizados, reconstruyo vidas humanas que han sido ultrajadas en la industria textil y renacen sueños de mujeres y niños. Con cada rosa, replanteo la belleza en los materiales que han sido abandonados.
Paralelamente, esta musa se convierte en una voz para estos seres humanos a los cuales les han desvalorizado y ultrajado sus vidas. Cada rosa representa el renacer de una vida que ha sido desvalorizada y pisoteada y logra surgir entre los escombros. Para muchos, mi vida no es posible de comparar con la de miles de mujeres y niños explotados en la industria textil, pero sí puedo ser portavoz de otras mujeres y representar las vidas desvalorizadas y truncadas de aquellas que viven en una sociedad llena de conflictos emocionales.
Por medio de mis obras de arte, y utilizando la rosa como musa, todas las mujeres resurgen, renacen, nos reencontramos para ser amadas y valoradas una vez más. Cada una como pieza única, hermosa y llena de atributos no antes percibida en nuestra ceguera colectiva.
La rosa viene a rescatar a cada mujer trabajadora, que en silencio cumple con todo lo que esta sociedad le ha impuesto, escala todas las espinas como es nuestro camino de vida, pero al final, florece un hermoso botón que se convertirá en una de las especies más enigmáticas que hemos conocido.
Puedo decir libremente que por medio del arte, la reutilización de materiales y con la rosa como musa en mi trabajo artístico, he reencontrado un espacio donde estoy feliz conmigo misma, me abrazo, me acepto y me amo todos los días.
Graciela Fournier nació en la Ciudad de México en 1971. Costarricense por nacimiento. Sus raíces artísticas se remontan a la primera generación que llegó a Costa Rica aproximadamente en el año 1851. Ella realiza sus estudios en la Universidad de Kansas en Estados Unidos. Durante muchos años se dedicó a la maternidad, volviendo a su carrera en el 2017.
Desde que retomó su carrera ha participado en numerosas exposiciones individuales y colectivas en Costa Rica y también ha representado nuestro país internacionalmente. Algunos de sus mayores logros han sido; la exposición “Paréntesis, relatos desde la incertidumbre”, una muestra que circula por los Centros Culturales Españoles en latinoamérica desde el año 2021 hasta el 2022, con su obra, “Iguales pero diferentes”. Además obtuvo mención de honor en el concurso de Cazadoras y recolectores con su pieza, Transformación en el 2021y fue una de los dos costarricenses que fueron escogidos para la Novena bienal de Beijing en 2021. En el 2022 quedó entre los 40 finalistas para la Bienal Croma del Costa Rica Country Club.