Por Alejandro Bermudez Lopez
@ale_bermudez22
Llegué a cultivar una admiración por mi mamá que va más allá del amor que le tengo.
Cuando estaba en preescolar, invité a una amiga a mi casa. Luego de que nuestras mamás se pusieron de acuerdo, nos fuimos. Antes de salir de la clase, la mamá de mi amiga llamó a la mía. La maestra le indicó que tenía que hablarle cara a cara porque mi mamá era sorda. Inmediatamente, la mamá de mi amiga se enojó. Declaró que mi mamá era irresponsable porque, al no oír, podría tener un accidente automovilístico o no podría manejar una emergencia.
Mi mamá quedó sorda a los pocos meses de nacer por la negligencia de un médico, lo que le hizo perder la audición. Durante todo el colegio, era la única persona sorda entre sus compañerxs de clase. Por esta razón, convivió con algunas personas como esa mamá durante mucho tiempo. Personas que no solo discriminaban, sino que eran abiertamente violentas.
En distintas ocasiones me han preguntado cómo es tener una mamá sorda y, aunque comprendo la curiosidad, esta pregunta me resulta increíblemente extraña. Por un lado, es lo único que he conocido; no es extraño ni diferente. Por otro lado, revela cómo las personas ven la discapacidad: como un factor determinante en las relaciones que se establecen.
Cuando le enseñé este texto a mi mamá, me contó que, cuando mi hermano y yo éramos pequeños, nunca nos dijo que era sorda. O sea, solo fue un elemento en nuestra relación, junto a otros más.
Durante 18 años, no supe LESCO porque mi mamá oralizaba y leía los labios. Eso fue normal para mí durante mucho tiempo, pero cuando tomé la decisión tardía de estudiar LESCO, nuestra relación se transformó. Una vez que realmente me sumergí en su cultura, llegué a comprenderla de una manera en la que no había hecho antes.
Toda mi vida he admirado a mi mamá, consciente de las dificultades que ha tenido y cómo las ha superado. Pero gracias a las noches repasando LESCO con ella y las historias que me contó, llegué a cultivar una admiración por ella que va más allá del amor que le tengo. Conocí a una persona chuzísima, valiente y demasiado increíble.
Siempre estuve al tanto de los logros de mi mamá, como el hecho de que fue presidenta de la Asociación Nacional de Sordos y durante su administración recaudó fondos con mi abuela para comprar la casa donde actualmente se encuentra la sede. También publicó uno de los primeros diccionarios LESCO del país. Incluso fue una gran maestra hasta que se jubiló hace unos años. Gracias a aprender LESCO pude conocer a mi mamá de una manera más completa. Muchas veces pensamos que conocemos a las personas a la perfección, pero yo creo que la mayoría de veces no es cierto.
En realidad, no creo que lleguemos a conocer a nadie al máximo. Hay partes e historias de cada persona, incluso las más cercanas, que no conocemos y no necesariamente tenemos que conocer. Sin embargo, lo que es cierto es que siempre podemos profundizar nuestras relaciones.
En este caso, fue una gran ocurrencia aprender LESCO. En muchas otras circunstancias eso puede ser posible al tener una conversación que se ha pospuesto durante mucho tiempo o simplemente compartir una disculpa que ha quedado pendiente con alguien. Cuando realmente llegamos a ver a las personas, podemos admirarlas por lo que son.
Me encantan las películas. Digo que me encanta leer, pero duro eternidades terminando un libro. Soy estudiante de producción audiovisual y relaciones públicas.