Editorial

GOOD FEED #92: Una medicina reparadora

Nos refugiamos en historias donde se vive el disfrute de la música, el cine, las letras y hasta la familia, todas ellas medicinas para el alma, remedios para la desazón.

La guerra de la que somos testigos detrás las pantallas, aunque sea distante a nuestra realidad, lejana a nuestra geografía no deja de ser angustiante. Esta semana ha traído un bombardeo informativo difícil de digerir, pesado para bajar. Julie S. Lalonde, autora especializada en resiliencia estos días recomendó en sus redes una máxima que podríamos aplicar a nuestra cotidianidad: 

“El sistema nervioso humano no está hecho para ser bombardeado con noticias negativas y argumentos pesimistas. 

Preparemos un sistema en el que podamos mantenernos consumiendo información, pero limitando el volumen y la intensidad de la exposición a las horribles noticias”.

Buscando sumar en este contexto complicado, en esta edición nos refugiamos en historias donde se vive el disfrute de la música, el cine, las letras y hasta la familia, todas ellas medicinas para el alma, remedios para la desazón.

Cómo asistir a un concierto es sanador. Cuando escribir una canción cura. Cómo ir al cine genera una desconexión de la realidad y una introspección de manera simultánea. Cuando conectamos con nuestro idioma y eso nos reconecta con nuestra identidad más profunda. 

Cada una de estas son posibilidades presentes para disfrutar del presente, celebrar la existencia, honrar el espíritu creativo y entender dónde nos ubicamos como seres vivos. Consumiendo estas medicinas a nuestro alcance, al menos ayudaremos a balancear nuestro sistema, en medio de la tormenta, esos son esfuerzos que no deberían costarnos tanto y pueden contribuirnos tremendamente para nuestra salud mental.

En esta edición:

Larga vida al molote | Por Carlos Soto

Cine Magaly | Por Eunice Báez

​​Sobre la(s) lengua(s) materna(s), en plural | Por Ana Beatriz Fernández González

Mañosa | Por Eva Canina