Por Eve Chaves
@sonoraenpluton
Hay opciones, hay maneras para que esos espacios se vuelvan seguros por default y no como un extra, para que más personas piensen: “A este espacio sí quiero ir y todo va a salir bien”.
Sentís los nervios de una noche que pinta a ser la mejor de tu vida. Llegás a la casa de tus amigues, todes se alistan, mezclan ropa entre ustedes para conseguir el outfit ganador, ese que saca todo lo que tenés y se lo enseña al mundo entre cuero, escarcha y rímel. Ríen mientras todo pasa y cuando llegan al lugar de la fiesta, tenés esa sensación de qué ya pasó lo mejor de la noche.
Es el día siguiente, te duele la cabeza y los pies, no bailaron tanto, de cinco bares se tuvieron que ir, a tus amigues no les dejaban entrar por el crop top que andaban, por su tono de piel, el que acosó a tu amiga estaba en otro, otro no es opción porque adulteran el guaro y otro se sale de tu presupuesto. Terminaron volviendo a tomar en el apartamento de alguien que se toparon, tal vez la otra semana vuelvan a tratar, pero ya es la novena vez que les pasa.
Aunque es un rejuntado de experiencias, muchas personas pasan por esto, yo de fijo lo pasé suficientes veces como para casi no ir a bares ya, porque muchas veces, si no es porque mezclo esa noche en ese espacio, lo más probable es que no podría ir. Es que entre tanta mierda que nos sigue pasando en las noches de fiesta y las pocas opciones que tenemos, se vuelve muy difícil no terminar tomando y fumando en el apartamento que queda más cerca.
Llevo años aprendiendo y mezclando música, pero desde este año me dedico a eso y vivo de eso. Sé que hay bares donde no quiero tocar por lo que he escuchado y por lo que he vivido ahí; sé que hay lugares que nunca me van a llamar para que toque porque no me veo como la imagen que quieren vender.
Dedicarse a la música en Costa Rica es todo un tema, entre artistas cuyas familias son generaciones que se han dedicado a la música, también quienes pueden pasar más tiempo experimentando, tienen los medios para tratar y mantenerse, entonces pueden no cobrar o cobrar barato, generando que haya empleadores que prefieran trabajar con este tipo de artistas para reducir costos.
A veces, siento que estamos en un momento donde hay muchas personas esperando cosas nuevas, donde solo ir a un bar a pasarlo no tan bien y aguantar situaciones incómodas no promete. Han empezado a surgir, poco a poco, espacios y personas que quieren hacer las cosas diferente y eso se siente bien, porque, aunque la fiesta no puede ser para siempre, que se disfrute mientras se pueda.
Y es que hay opciones; hay maneras, para que esos espacios se vuelvan seguros por default y no como un extra, para que más personas piensen: “A este espacio sí quiero ir y todo va a salir bien”.
En algunos lugares, en otros países, donde la idea de autoexpresión, autoexploración y seguridad son tan valoradas en bares que se llega hasta a tapar las cámaras, entrás y no hay registro de que fuiste a ese espacio, seguro, porque podés experimentar quién sos sin miedo a que se filtre una foto tuya, todo bajo el acuerdo de quienes van de respetar el consentimiento.
¿Qué me gustaría que hubiese pasado en la noche del inicio?
Todo igual hasta que llegamos al evento. Entro a este espacio pensado para recibir a las personas, un lugar donde se sabe que la gente no solo consume alcohol, hay pruebas para asegurarse de que lo que consume está bien, hay diferentes ambientes, no solo de música, sino espacios para tomar aire, para bajarse el mal viaje y la sobreestimulación que no solo las sustancias si no la cantidad de gente pueden causar. Un lugar donde sé que, si algo me está pasando, puedo acercarme a alguien del staff y se capacitan para ayudar en esas situaciones. Un espacio donde haya shows, música en vivo, baile, instalaciones de arte, un espacio donde DJ’s quieran tocar y gente quiera ir a escucharles, porque el público, el ambiente, el sonido, todo funciona tan bien que da gusto estar ahí.
Siento que nos hacen falta espacios para que personas neuro-divergentes podamos bailar e ir de fiesta, y me gustaría construir este espacio que yo necesité.
Eve es una artista multidisciplinaria, artivista y transgénera. Se especializa en la exploración y creación sonora, combinando su experiencia como productora, DJ, diseñadora de sonido y espacios sonoros, compositora para artes performáticas, locutora, y maker.