Arte

Nanuka: Conectando con la fauna

Por Arturo Pardo V.
Artista en IG: @nanukarte 


Con el encanto de la fauna costarricense, Nanuka ha ido dibujando —literalmente— su propio sello artístico. 

En la edición #146 del Good Feed contamos con varias de sus obras donde se refleja su pasión por la naturaleza. Esa veta no solo marca su identidad al pintar, sino también está presente en su trabajo como guía de turismo. 

En la siguiente entrevista conocemos más de su trabajo y todo lo que le ha inspirado seguir investigando y capturando en sus ilustraciones. 

Este diciembre está cerrando el año como parte del festival navideño del 21 al 24. Está promovido por BAC y Mercado 83, en la explanada del Estadio Nacional, además promoviendo la recaudación de dinero para el Proyecto Daniel. 

A continuación la entrevista con Nanuka:

¿Cómo llegaste a especializarte en arte de naturaleza?

Cuando empecé a estudiar arte me tocaba dibujar muchas cosas, pero yo nunca me sentí nunca tan conectada con dibujar personas.

Gracias a que se vino la pandemia pude conectar con la parte naturalista, de salir a caminar, observar y, después de haber estudiado artes, gracias a la naturaleza tuve este despertar claro de que podía dibujar naturaleza. 

Pude darle un poco de sentido, con una base teórica al arte que quería hacer. 

Me gusta representar ciertas especies y cautivar a la gente desde ahí para que quiera salir y explorar más o investigar más. 

Las especies que dibujo normalmente están porque ya las vi y me parecen muy lindas, o porque soy muy nerd y me fui a leer mucho al respecto. Dibujo animales porque puedo “ñoñear” con ellos. 

¿Cuánto de este trabajo implica directamente que haya una inmersión en la naturaleza?

Es un gran rato lo que se necesita. Para lograr una ilustración tuve que haber invertido probablemente un 50% de tiempo del trabajo en la naturaleza, 10% yendo a buscar y leyendo al respecto, mientras que el otro 40% dibujándolo y estudiándolo para lograr que me quede como quiero.

Diría que exponerme a la naturaleza hace que la especie venga a mí. Tengo una maña de diseño gráfico porque uno necesita un briefing. Cuando pienso en qué quiero dibujar, quiero saber mucho al respecto para poder comunicarlo bien. 

No soy tan mística. Hay gente que dibuja cosas que sueña, pero mi arte va más por la experiencia. Se trata de algo que me cautivó y quiero retratarlo para darle esta otra vida más ilustrativa, desde una perspectiva más de la niñez. 

Por eso me gusta usar colores, busco que los animales tengan una expresión simpática, pero siempre respetando su anatomía. No respeto los colores reales, pero sí las proporciones de sus extremidades, o el tamaño sus ojos.

¿Qué es lo que más has aprendido de la fauna de Costa Rica en este proceso?

Como artista he aprendido que es difícil poder dibujar y que esto produzca algo en alguien. Diría que el dibujo me ha ayudado a soltar el resultado.

Pienso que lo que he aprendido es a soltar, dejarme experimentar y que el dibujo sea lo más auténtico. No quiero estresarme por querer otro resultado. 

He aprendido tal vez más a confiar en lo que estoy haciendo. A veces uno termina y dice ¿esto lo hice yo? Luego a los tres días se cuestiona si está bien. Pero ahora, cuando creo que lo terminé, lo aprecio y lo publico así.

Estas ideas que tengo de usar especies, puedo usarlas en un futuro, sin darme por vencido de que es lo único que voy a dibujar. Más adelante puedo explorar una nueva manera de trabajar. 

¿Hay un proceso educativo por medio de tu obra?

Siempre he intentado que las personas aprendan, no utilizando esta ilustración científica, sino más esta interpretación gráfica que le doy a las distintas especies. Me gusta que la gente aprenda a cautivarse, a salir a buscar a las especies o ir en busca de información.

Es una manera de sensibilizar. Mi marca está pensada para la gente que está en la ciudad. De alguna manera estoy recordándoles que hay fauna citadina, cercana a nosotros, como una zarigüeya, los pizotes, mapaches, o hay hasta iguanas en el centro de San José. 

Es una invitación a recordar que en nuestro patio hay serpientes, insectos. Quiero invitar a explorar sin la necesidad de que la persona termine siendo un trepa-cerros. 

Es una invitación a que tengan sensibilidad y, si algún día, eso motiva a ir a meterse un cerro para ver un puma, perfecto.  La idea es disfrutar de la fauna citadina. Abro este diálogo hacia lo natural, de salir y ver el patio. 

¿Has encontrado alguna especie con la que has sentido más cercanía como artista o persona? 

Sí, y no la he podido dibujar, hay un pájaro que se llama Saltato Cinamon, con la cola color canela. Quiero dibujarlo porque siempre canta en las mañanas. Come flores de olioluki y en videos he visto cómo se va comiendo las flores de a poquitos. 

Hay otra especie de ave, que es un chicopiojo, es un soterré. Baila y canta al mismo tiempo. Está mucho en la ciudad. Tengo muchos videos y fotos esperando ilustrarla pronto.

De lo más sorprendente de la biodiversidad que he aprendido es los hongos. Muchas personas estábamos en una completa ignorancia de lo que son y he ido aprendiendo a identificar especies. 

En la fauna puedo identificar mamíferos, pero en los hongos no nos han enseñado eso. Ha sido lo más lindo que he aprendido en el año. 

¿Cómo has abierto tu menú de alternativas de productos de cara al cliente, yendo más allá de las ilustraciones?

Ha sido toda una aventura. Siempre he querido desarrollar una marca que sea ecológica, que tenga el menor impacto posible. Me he dado cuenta de que estoy en el tercer mundo. 

Si uno quiere una tela ecológica, puedo mandarla a pedir al otro lado del mundo, pero tal vez no estoy en ese tamaño de negocio todavía. He estado ahondando por partes viendo qué es lo que a mi público le gusta.
Por ahora uso textiles que vienen de procesos ecológicos posibles para la tela, y serigrafía acá. Es difícil desarrollar un producto que no tenga impacto.

En el futuro quiero enfocarme en hacer mochilas de viaje y botellas de agua, buscando alternativas que tengan impacto.

Es diferente el impacto que genera una artista independiente como yo, que la industria de fast fashion, pero sigo sabiendo que necesito más poder adquisitivo para lograr que lo que produzco sea más ecológico. 

Pronto voy a sacar una colección con cleanwave, con una marca que se dedica a limpiar el océano. En general, trato de que mi marca vaya pegada a alguna iniciativa que reduzca el impacto.

¿Cómo te sentís autogestionándote en tu faceta artística?

Yo antes solo vivía de los dibujos, pero escogí dos terrenos difíciles, además del arte, tomé el camino de turismo rural y local, con una tour operadora: Oropopo Experience. Me da experiencias naturalistas con el menor impacto posible, beneficiando al turismo local.

Vivir solo del arte es difícil y muchas veces me encuentro freelanceando para hacer cosas. Quisiera que mucho del dinero viniera de Nanukarte.

Soy una persona de Poás de Aserrí y me tocó esa suerte. Ha sido difícil, pero ya llevo nueve años de dedicarme al negocio independiente, en artes gráficas o música… es decir, todo lo que no da plata.