Sin haberlo planeado, al final, las oportunidades aparecen como denominador común en esta edición sobre perderse. ¿Quién diría?
Entre los tantos usos de la palabra “perder”, uno de ellos remite a la derrota. Otro remite a la despedida. Uno más remite a oportunidad.
En esta edición le pedimos a cada persona invitada que hablara sobre “perderse”. Esa fue toda la guía y cada quien lo amoldó a lo que más le remitía. Sin haberlo planeado, al final, las oportunidades aparecen como denominador común. ¿Quién diría?
Extraviarse conlleva temores. Es sumergirse en lo inexplorado, en lo desconocido, o por lo menos, desconocido para quien se pierde. Ese temor puede convertirse en pánico, pero también le hace espacio a las sorpresas. ¿Qué hay dónde nos perdemos? ¿Qué s lo que hace que ahí, precisamente nos sintamos perdidos?
Si nos perdemos, quiere decir que hay novedad, y entonces, hay hallazgos. Al final, esta edición se convierte entonces sobre los hallazgos. Encontramos, por ejemplo, algunos casos donde los descubrimientos son geográficos, por un mal cálculo en el GPS interno se puede llegar a una calle nueva, a un local que nunca antes se había detectado ni visualmente. Se puede llegar a una ciudad desconocida, imprevista, equivocada.
También es posible perderse en los planes previstos en un principio. Se llega a un destino muy diferente al planificado pero ¿acaso está eso mal?
La vida, además, está llena de momentos donde nos perdemos en los sentimientos o pensamientos. Llegamos a un lugar emocional que no sabíamos que aparecería, o cuando menos hubiéramos querido arribar. Entonces, ahí mismo, nos sentimos profundamente perdidxs, pero siempre dejando el espacio abierto para conseguir el antónimo: encontrarnos.
En esta edición:
Perderse en San José | Por Roberto Guzmán F.
Estar perdido | Por José Gutiérrez
Sin visa en algún lado con muchos Lada | Por Irene Fariña
Sobre perderse y otras medicinas | Por Valeria Murillo
PLAYLIST: Música para perderse (y luego, encontrarse)| Por Daniel Matarrita
Columnas:
Combinaciones culinarias prohibidas (o simplemente no se me hubieran ocurrido) | Por Larisa Soto