Porque lo que nos trae placer al comer merece historias, les damos la primera de dos entregas…
El sabor es saber. Cuando algo nos sabe realmente bien, nos lo comemos con la experticia, no necesariamente de alguien conocedor, sino de alguien que, simplemente, disfruta a fondo lo que se está comiendo.
Decidir saborear es saber deleitarse. Disfrutar un platillo, una preparación, o una comida en su estado de materia prima, es un premio por sí solo. Si lo apreciamos más allá de la boca, se convierte, automáticamente, en manjar. Ante el paladar fanático, hasta el tacaco tiene derecho a saber delicioso.
Hoy aprovechamos que, para gustos, sabores. Por esto ofrecemos una serie de textos dedicados, casi como una oda, a la comida de preferencia de varias personas que tienen gustos diversos, distantes y particulares.
Por la subjetividad que implica esta materia, no quisimos conformarnos con una sola entrega, por lo que la próxima semana nuestro boletín constará de una segunda parte en esta línea. Sabemos que, de repente, habrá quienes difieran con el nivel de fanatismo reflejado en algunas de las líneas, para esas personas, se acepta el debate. Al contrario, suponemos que también habrá quienes sientan identificación con lo que lean, en ese caso entonces, pues ojalá esta edición les abra el apetito… o el antojo.
En esta edición:
COLUMNA – Secretos para trasplantar tus matitas | Por María José Callejas
Oda a la fruta de la abundancia | Por Florisabel Fernández
El tres leches me da vida y conforta mi alma, amén | Por Jasson Muir Clarke
¿Ensaladas aburridas? ¡Aburrido vos! | Por Javier Dada
¿Por qué aprendí a hacer Ceviche? | Por Paco Cervilla
