Por Michelle Choe
@michllz
Desde hace algunos años comencé a emocionarme mucho por los comienzos.
Por darle un lugar especial a ese sentimiento de creer que empezar algo nuevo es hacerle reset a todas las actitudes, hábitos y pensamientos que llevo adheridos a mí.
El primer día de cada mes, Año Nuevo, los desayunos como manera de sentir un nuevo día, nuevas oportunidades que se sirven calientes en la primera taza de café, todo lo que sea “borrón y cuenta nueva” me emociona un montón.
Este primero de enero del 2021 no fue la excepción.
Desde que me desperté comencé a pensar en todas las metas y retos que me iba a proponer para comenzar el año. Agarré mi agenda y escribí pequeñas listas de todo lo que quería hacer.
Al inicio apunté a las grandes ligas y fue en ese entonces que comenzó un peso enorme en mi corazón, yo le llamo el Síndrome del Impostor, bueno en realidad es algo que ya existe, pero así lo identifico yo.
Comienza en mi cabeza a resonar la banda de “y si…”. “¿Y si me despiden este año? ¿“Y si este año la mitad de las cosas que me propuse vuelven a quedar enterradas entre apuntes, notas y compras de la semana?”. Empecé a dudar de mis capacidades y en pocos segundos esa emoción de sentir que este 2021 iba a ser diferente se fue apagando.
Después de un rato divagando, poco optimista, pensé en algo que cambió mi perspectiva completamente. Una voz interior me dio la paz que necesitaba.
Borré los primeros apuntes, los que había escrito sin pensar que justo había sobrevivido una pandemia, incertidumbre, miedo y ansiedad.
¿Por qué siempre pongo un peso inhumano sobre mí? Voy a comenzar conquistando las pequeñas batallas. Voy a concentrarme en esos pequeños detalles que muchas veces pasaron desapercibidos.
Como nuevo primer propósito para este 2021, me propuse ver todas las películas de Star Wars. ¿Quién iba a pensar que George Lucas iba a influir tanto en los inicios de mi 2021?
Pasé de proponerme metas inalcanzables para mi estado emocional, a llenarme de alegría y conocimiento a través de Yoda. Lo escribo y leo en voz alta y me parece increíble.
“El miedo es el camino hacia el Lado Oscuro. El miedo lleva a la ira, la ira lleva al odio, el odio lleva al sufrimiento”.
Cuando escuché esta frase en una de las películas, inmediatamente pensé en el Síndrome del Impostor diciéndome todos los días que no soy lo suficientemente buena, capaz, graciosa, inteligente, o creativa. Y entendí, claramente, cómo ese síndrome se traduce en miedo y el miedo me lleva a ser dura conmigo, con lo que hago o digo y es ahí donde una pequeña parte de mí comienza a no aceptarse y eventualmente sufro, porque pongo mi confianza en lo que piensan los demás sobre mí y qué sufrimiento más grande vivir creyendo que debo agradar a todos siempre, bajo toda circunstancia.
Decidí que este 2021 voy a agradecer más. Agradecer por todo, desde lo bueno, hasta lo que me incomoda. Decidí también que quiero que mi día a día se base en gracia sobre gracia.
Quiero soltar el control y además aceptar que hay situaciones que del todo no puedo controlar y eso está bien.
Al fin y al cabo, creo que este 2021 es un año perfecto para volver a creer poco a poco. Un año para reconocer nuestro valor y retomar fuerzas, para entender que todos hacemos lo que podemos con las herramientas que tenemos.
Brindo por un 2021 lleno de cosas que nos apasionen y nos den felicidad, grandes, pequeñas, medianas, no importa; si nos hacen feliz y no dañan a los demás démosle con todo
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Me llamo Michelle Choe. Estudié periodismo, pero trabajo en publicidad. Llevo 5 años haciendo creatividad de May the 4th Be With You, pero hasta hace 1 semana entendí el porqué.