Por Juan Ignacio Salom Macaya
@juani.salom
Para el Día del Niño mis papás siempre nos daban un regalo modesto, y yo siempre pedía música… Este playlist reúne un poco de toda esta historia: los sonidos de una vida en familia.
29 de agosto de 2018: frente al counter de la aerolínea nos despedimos de mi esposa y de mi hija. Martín, mi hijo mayor, y yo, tenemos que subirnos en un vuelo ‘red eye’ para llegar a un evento que ha sido una literal parida.
En enero habíamos comprado boletos para el No Filter Tour de Los Rolling Stones. Nuestra fecha de Miami fue aplazada indefinidamente porque Mick tuvo que someterse a una cirugía de corazón, pero prometían reprogramar, así que esperamos… Después de la exitosa cirugía y veloz recuperación de Sir Phillip Michael (Jagger), anunciaron las nuevas fechas. ¡Miami era la última de la gira! Esta fue la primera sensación de que la providencia nos estaba llevando hacia un momento histórico. Pero luego vino el huracán, literalmente. Ida, de categoría 4 se dirigía hacia Miami, y tocaría tierra el mismo día del concierto, así que adelantaron el evento un día, a la calma antes de la tempestad. Eso es lo que nos tiene aquí, frente al counter despidiéndonos a la 1:00 a.m., para poder llegar a tiempo.
Nos recibió un soleado Miami y nos preparamos para la noche: bien comidos, hidratados, bañaditos y con boleto en mano (o en teléfono mejor dicho). Entramos perfectamente al estadio, y esta vez sí funcionaron los tiquetes –que esa es otra historia porque todos los conciertos son como partos–, nos acomodamos y a la hora programada comienza a garuar.
Después de una hora de atraso entre la garúa y la secada del escenario, finalmente salieron… Ante nuestros incrédulos ojos (y oídos) Los ‘Stones, estos Tiranosaurios del Rock N’ Roll, todavía tocando, y vivos todos aún, después de 56 años. El concierto transcurrió como todos sus conciertos, pero esta vez había un mayor aire de nostalgia. Esa nostalgia venía creciendo cuanto más increíble el fenómeno de la longevidad de la banda y más inevitable su final. No cayó una gota de agua más por dos horas. En el momento en el que volvieron a salir para el ‘encore’, que fue Gimme Shelter, comenzó a llover y le pregunté a Martín ¿cómo habían logrado hacer que la lluvia regresara para cantar una canción que habla sobre una tormenta?
Fue como un ritual ancestral que abrió el cielo. ¡No lo podíamos creer! Luego Satisfaction, y el saludo final, primero toda la banda, y luego los miembros fundadores, Mick, Keith, …Charlie. El ‘jamás nos imaginamos que sería su último saludo’ sería un cliché y un ridículo decirlo: claro que pensamos que siendo la última fecha de la gira podría ser el último. Y lo fue.
Hoy, a dos años exactos de este evento, Charlie nos dejó con 80 años hace poco más de una semana. Mi hijo va a poder contar en el 2090 que él vio el último concierto de los Rolling Stones. Cuando le conté que Charlie había muerto, ambos lloramos un poquito, y él imitó su gesto de sacar los dientes mientras tocaba. Puede que la tristeza fuera más por realizar que ese momento de conexión padre-hijo no se podría repetir… El evento pasó, como pasa una canción, pero las notas y la melodía quedan: el incidente fue registrado y hoy es como una cajita de música en la memoria, que abrimos cuando necesitamos ‘refugio’, como en Gimme Shelter. Los ‘Stones’ son una institución de nuestro hogar, y una válvula de escape.
La música crea vínculos demasiado profundos. En mi experiencia ha sido un flotador para la vida, y por eso le doy mucho espacio y relevancia en nuestra entorno familiar. Es un legado que recibí de generaciones anteriores, y que tiene que ser transmitido, compartido, sobre todo con los hijos. Para el Día del Niño mis papás siempre nos daban un regalo modesto, y yo siempre pedía música…
Ambos, Martín y Matilda, son muy musicales, cada uno en su estilo y edad. A Martín le gusta la estructura, la producción, ‘que la música sea perfecta’. Odia el Punk. Mati es expresiva, espontánea y visceral: es una Punk. A lo largo de sus diferentes etapas de vida, Camille y yo hemos ido introduciendo el relato ancestral de la música. Primero con canciones de cuna como Beautiful Boy, Surfer Girl, Golden Slumbers o Hallelluyah; luego a través de algunos soundtracks geniales de Disney y otras películas infantiles –que han sabido usar muy bien la música para crear esta conexión transgeneracional–; y por supuesto en los trayectos en el carro.
La banda sonora automovilística ha mutado: primero aprovechaba los viajes para hacer los playlists de Cafeoteca, nuestro negocio familiar, y ellos escuchaban atentos; luego empezaron las complacencias y me pedían que pusiera canciones específicas, Martín mucho Beatles, Paul McCartney, Supertramp, Bee Gees, y Mati más Jackson 5, Blondie y Cindy Lauper (Madonna no le deslumbra tanto), Missing Persons, o ‘cortavenas’ como Septiembre de Miguel Bosé. Acto seguido empiezan a explorar y hacer sus propios descubrimientos –Martín descubrió el Jazz y Matilda a Pink–.
Este playlist reúne un poco de toda esta historia: los sonidos de una vida en familia, que empiezan cuando tus papás te regalan tu primer disco y a partir de ahí nunca se detienen, y van produciendo dinámicas de transmisión e interacción entre padres e hijos, en la ‘hermandad’ que significa compartir y disfrutar la música.
Me acuerdo de la escena de Almost Famous, donde la hermana cuando se está despidiendo porque se va de casa, le dice a su hermanito menor que busque la libertad debajo de su cama, y ahí encuentra todos los acetatos que dan acceso al maravilloso universo de la música.
“Keep On Rollin’”!
Juan Ignacio es Copropietario de Cafeoteca.