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Playlist de la semana: Andrea San Gil

Por Andrea San Gil
@andrea_sangil

Fotos de Pablo Cambronero e ilustraciones de Jóvenes al Margen.

No crecí siendo un bicho de ciudad. Mi niñez la pasé entre un Escazú cuasi-rural en épocas pre-Multi Plaza (más que todo potreros y casas en construcción), en Turrialba donde mis abuelos, o en Siquirres en una finca de mi papá. San José lo conocí yendo a hacer compras de fin de año con mi mamá y mis hermanas. Caminando rápido, con bolsas en las manos, teniendo cuidado con los “chapulines” y los viejos borrachos que nos gritaban cosas aún siendo niñas y adolescentes. Durante casi toda el periodo previo a la adultez, San José no fue más que un lugar (no muy agradable) donde una iba a comprar cosas. 


Me enamoré de San José a través de la música

La primera vez que fui a San José de noche, fue para ir a un concierto en Sala Calle 15, en un auditorio minúsculo sobre Avenida Segunda. Luego vinieron mil y un conciertos a través de los cuales empecé a conocer la ciudad, a perderle el miedo, a conocer espacios alternativos, agradables, interesantes, esquinas donde se gestaba arte, contracultura, donde a pesar de todo lo feo, lo sucio, lo peligroso, gente joven apostaba por crear algo diferente. A través de los conciertos empecé a caminar por San José, a conocer sus barrios, a disfrutar de sus parques y a enamorarme poco a poco de un lugar que muchos más bien odian.

Los conciertos en El Cuartel, Area City, Latino Rock y el Observatorio me familiarizaron con La Cali; los conciertos en el Hoxton viejo y en el Farolito me llevaron a Barrio Escalante, al Parque Francia y al Parque Nacional. Los conciertos en Lobo Estepario viejo, me acercaron a Cuesta de Moras, a sentarme en la Plaza de la Democracia, a innumerables cenas en Wong’s; entre conciertos en la Chicha disfrutaba del Parque España y del Morazán; los conciertos en el Steinvorth me hicieron caminar la Avenida Central, comer en sus restaurantes, comprar en sus tiendas; los conciertos en Amón Solar/El Sótano y el Triángulo me llevaron a enamorarme de Barrio Amón.

Los conciertos en el Cine Magaly y Sala Garbo me sacaron de los cines de centros comerciales y me llevaron a consumir más cine independiente en Chepe centro; Cantina SCCA, atreviéndose a llevar un venue de música aunque sea un poquito al sur de la Avenida Segunda, me permitió admirar las pirámides y la plaza de la corte de noche. 

Más allá de los bares o venues, es imposible hablar del vínculo entre ciudad y música sin mencionar la importancia y el impacto que tienen y han tenido los conciertos en espacios públicos en San José en la última década. Los festivales en brindan la oportunidad a todo tipo de personas, en especial aquellas que muchas veces se ven excluidas de salas de concierto por temas como edad, condición socioeconómica o hasta desconocimiento de la oferta musical, de disfrutar de la música de manera gratuita. Brindan la oportunidad de apropiarse de espacios que en otros momentos pueden dar una sensación de peligro, vulnerabilidad, que son utilizados para otros propósitos en el día a día, o de nuevo, a los que no llegaríamos o no exploraríamos si no fuera por la música.

Festivales como el FIA y el Transitarte me sorprendieron sentada en el zacate de la Sabana viendo músicos tocando sobre el agua del lago; caminando entre mares de gente que, por un par de días, robaban de vuelta el espacio a los carros para ir de un parque a otro al concierto de sus bandas favoritas; bailando hasta el agotamiento en un lugar normalmente desértico; y la mejor de todas, me dieron la oportunidad de tocar batería en una tarima en vía pública, frente a la estación de tren al Atlántico.

Co-beneficios más allá de la música.

Ir a conciertos usualmente va de la mano con buscar dónde comer o tomarse algo, con “janguear” antes o después de los conciertos (en parques, aceras, en la calle, en cafés o restaurantes aledaños), con conocer gente nueva, ir a las americanas a buscar ropa chiva para ir al próximo chivo o aunque sea para matar tiempo, con actividades paralelas al mundo de la música en las que poco a poco te vas involucrando. Para mí y muchas personas de mi generación (en especial quienes no crecimos en San José), la movida musical de la última década convirtió a la ciudad en un espacio de oportunidad para encontrar tesoros, explorar espacios poco conocidos, y descubrir un paisaje urbano nocturno que nunca antes supimos que existía.

De repente empezamos a pasar cada vez más tiempo en San José, agendando cafés y birras en los lugares que habíamos conocido, revisitando espacios y explorando otras escenas artísticas que coexistían junto a la musical, buscando apartamento u oficina en el centro de la ciudad. A partir del “caldo de cultivo” que es la escena musical surgieron y siguen surgiendo desde colaboraciones hasta emprendimientos en temas como producción audiovisual, moda, literatura, artes plásticas, fotografía, cine, derechos humanos, bienestar animal, mercados de segunda, mejora urbana, entre otros temas. 

Muchas ciudades alrededor del mundo se han dado cuenta de ese potencial que tiene la música para dinamizar la ciudad, su economía, mejorar la seguridad, fortalecer otras industrias creativas, atraer turismo, etcétera. Anualmente, en el Music Cities Convention, cientos de actores comparten las mejores prácticas internacionales sobre cómo aprovechar el potencial de la música para mejorar la vida urbana y viceversa. Muchas de estas buenas prácticas y recomendaciones se reflejan en el Manual de Ciudades Musicales creado por Sound Diplomacy, organizadores de la convención y líderes de pensamiento en el tema de ciudades musicales y economías nocturnas.

Las buenas prácticas van en la línea de crear políticas que incentiven y fortalezcan una escena e industria musical en la ciudad, tener claridad de los actores de la escena y los “activos musicales” de una ciudad, crear alianzas y coaliciones entre actores, vincular la música a la herencia de la ciudad, vincularla al turismo, al desarrollo sostenible, apoyar venues y al ecosistema emprendedor, fortalecer la educación musical, apoyar la economía nocturna de la ciudad, hacer la ciudad más accesible y asequible, internacionalizar la oferta musical, y vincular la música con la salud y el bienestar.

Más allá de un tema cultural, la escena musical también se ve como un componente clave en estrategias de reactivación de la economía nocturna de muchas ciudades. Estas estrategias, claro, van articuladas con otros componentes como transporte nocturno, iluminación adecuada, seguridad, calidad de espacios públicos, planificación urbana, e incluso “alcaldes de la noche” (una persona que se encarga de ser enlace entre el municipio y los negocios y demás actores de la economía nocturna de una ciudad) para hacer de dicha vida nocturna algo funcional, accesible, seguro y disfrutable. En las palabras de Bill de Blasio (alcalde de Nueva York), estas estrategias ayudan a “tratar la vida nocturna de la ciudad no como un problema, sino como una riqueza y una oportunidad”.

Para una ciudad como San José cuya vocación aún es casi que exclusivamente comercial (al menos en su casco central), y que por ende, corre el riesgo de volverse una ciudad fantasma después de las 5pm, el potenciar y fortalecer la escena musical no solo traería beneficios en el ámbito cultural, si no que definitivamente sería estratégico a nivel económico, de seguridad ciudadana y atracción turística.

¿Podría convertirse San José en una ciudad musical?

La escena musical en San José ha tenido altibajos y cambios importantes durante la última década. Sin embargo, la mayoría de estos son más producto de esfuerzos individuales y autogestionados que por políticas públicas o impulso municipal. Me atrevería a decir que cuando ha crecido y se ha fortalecido, la escena lo ha hecho a pesar de la ciudad, no gracias a la ciudad. Esto no quita que haya enorme potencial para que la escena siga creciendo y explote. Pero más allá de pensar en cómo se podría fortalecer la escena musical de manera tradicional desde el sector cultura, como suele hacerse, valdría la pena pensar en qué elementos de políticas, planificación y diseño urbano podrían ayudar a que la escena chepeña se fortaleciera.

La existencia de salas de concierto que operen durante periodos extendidos de tiempo, que ofrezcan un buen trato a lxs artistas, con buen sonido y birra barata, son clave para que una ciudad mantenga una escena vibrante. Estos sitios se convierten en semilleros e incubadoras de talento musical, y lo vimos claramente con las bandas del movimiento Sí San José que empezaron alrededor del 2010 tocando en el Lobo Estepario viejo y siguieron creciendo de manera sostenida a partir de ello. Una diversidad de tipos y tamaños de venues también es importante para que distintos tipos de banda (en cuanto a configuración, experiencia, tipo de música, etc) puedan moverse y “escalar” dentro de la escena.

Lamentablemente, muchos bares han ido desapareciendo en San José y actualmente hay pocos espacios para que bandas puedan tocar y dar a conocer su música. En especial, bandas pequeñas o emergentes suelen encontrar dificultades para conseguir recintos, buenas fechas o tratos económicos beneficiosos para poder tocar. Asimismo, los eventos musicales organizados por la Municipalidad o el Ministerio de Cultura siguen sin lograr abrir suficiente espacio para bandas emergentes y frecuentemente caen en la trampa de programar a las mismas bandas “grandes” año tras año en festivales y conciertos al aire libre. Iniciativas como Perra Pop han sido sumamente valiosas para tratar de brindar oportunidades a este tipo de agrupación, pero definitivamente urge crear más cantidad y diversidad de espacios para tocar. Urgen también esfuerzos y acciones afirmativas desde la municipalidad a nivel de patentes y estimulación al crecimiento de este tipo de negocios no solo para abrir nuevas vitrinas sino también para conservar y dar estabilidad a las que hoy existen.

Un elemento que ha cambiado drásticamente la dinámica y la accesibilidad a la escena musical en años recientes fue el surgimiento de plataformas como Uber. ¿Quién hubiera dicho que el transporte tuviera algo que ver con la escena musical? Pregúntenle a gente conocida que no vivía en San José en épocas pre-Uber cuántos conciertos se perdieron porque no tenían transporte para poder llegar o qué tipo de artimañas y riesgos tomaron para poder llegar a conciertos o volver a sus casas después de ellos. Claro, estas plataformas crean una accesibilidad no necesariamente incluyente, pues siguen siendo más caras que el transporte público (sin mencionar muchas otras problemáticas sociales y ambientales asociadas a ellas). Ciudades con escenas nocturnas vibrantes o que buscan más bien potenciar la vida nocturna, han ampliado los horarios del servicio de transporte público o incluso creado servicios de 24 horas para asegurar una mejor conectividad en la ciudad durante horas de la noche y madrugada.

Podríamos hablar sobre mil y una más cosas que falta mejorar en la ciudad para potenciar la escena. Podríamos hablar de crear distritos culturales / musicales a nivel de planificación barrial, incluir en ellos estrategias de mejora de iluminación, espacios públicos, ampliación de aceras o creación de vías peatonales alrededor de sitios de conciertos; sobre mejorar la regulación para sitios de conciertos para que no generen problemáticas de ruido con la gente que vive cerca, sobre re-pensar la presencia policial en la vida nocturna.

Podríamos crear una figura de alcalde/sa de la noche para San José, crear alianzas y colaboraciones entre los actores musicales, salas de concierto, entre otros para buscar mejoras y consensos con la municipalidad. Es necesario mejorar el acceso a la vivienda y el uso mixto en la ciudad para que la dinámica comercial de San José cambie y la gente tenga más acceso a su oferta cultural. Podemos hacer muchas cosas, es cuestión de involucrarnos, hablarnos, empujar, empezar. El cambio también requiere de nosotros mismos, pero estoy 100% convencida de que otro San José es posible y que esa transformación puede venir desde la misma escena musical.

*Este texto es parte de “Retratos de una Década”, un especial de lo mejor de la década de la música nacional organizado por Dance to the Radio, que se publicará en su totalidad en su página.