Y es que, a veces, los aprendizajes más valiosos son los que no se buscan.
Desde que nacemos aprendemos: a comer, a movernos, a reírnos. Aprendemos a leer, a sumar y restar, aprendemos a jugar y a relacionarnos. Aprendemos de historia, de geografía, de ciencias; nos llenamos de conocimiento, y sin embargo, descubrimos que a veces el aprendizaje académico no es el único que importa.
Lo que aprendemos y la manera en que lo hacemos nos compone, nos forma y nos influencia. Y aún ahora, siendo adultxs, estamos en un proceso constante de aprendizaje: descubrimos cosas nuevas, buscamos más. Aprendemos no solo de otrxs, sino también de nosotrxs mismxs.
Aprendemos de nuestra historia, de maestrxs que aparecen sin planear serlo, recordando el pasado, equivocándonos, cayéndonos y volviendo a levantarnos, avanzando y deteniéndonos. Y es que, a veces, los aprendizajes más valiosos son los que no se buscan.
Desde lo que aprendemos en salones de clase hasta lo que descubrimos de nosotrxs, una frase de un ser querido o la historia de nuestros antepasados, estas experiencias nos moldean, nos convierten en lo que somos, nos ayudan a navegar la vida cuestionando y buscando nuevas formas de ser.
Terminamos enero agradeciendo todo el aprendizaje, buscando maneras nuevas en que podamos crecer y recordando una que otra enseñanza que nos ha dejado la vida. Apreciamos lo que viene y todo lo que pasó para llegar hasta acá.
Con artes por Victoria Lee.
En esta edición:
No solo se toca la música | Por Carolina Campos
Raíces | Por Dana Vahe
Moneda de oro | Por Beatriz Cabrera