Hace unos años el parámetro de lo que es ser una persona saludable giraba alrededor de una cifra.
Por Mónica Martín
@healthyinsiderscr
Imagen del artículo: Joan Villaperros
En un mundo obsesionado con los números que se reflejan en la balanza, las tallas y los estándares de belleza irreales, es fundamental hacer conciencia y replantear nuestro significado de salud.
Hace unos años el parámetro de ser una persona saludable giraba alrededor de una cifra. En realidad hace no tantos años…y trato de pensar que cada vez son menos los profesionales en salud con esta teoría, porque lastimosamente sé que sí los hay. Y es que con tanto avance en salud digestiva, salud emocional, higiene del sueño, no podemos seguir recetando bajar de peso para convertirnos en seres humanos saludables.
Un matemático en el año 1832 definió un parámetro que hoy se conoce como IMC (Índice de Masa Corporal). Se basó en estudios estadísticos realizados principalmente sobre hombres europeos. Fue adaptado por un fisiólogo en el año 1972 y usado como un indicador de salud por entidades importantes como la OMS (Organización Mundial de la Salud), médicos, nutricionistas, estudios científicos, e incluso en los centros de salud.
Es peligroso el hecho de que siga usándose como referencia principal del estado de salud de una persona. Esto porque refuerza los estereotipos y estándares impuestos por la sociedad alrededor del peso, sin fundamentos de individualización, de genética, de factores emocionales y ambientales que deberían, sin excusa, ser tomados en consideración.
Por ejemplo, una persona que tiene un rango elevado de masa muscular podría llegar a tener una mayor cantidad de peso total, por ende un rango de IMC de sobrepeso u obesidad y no realmente tener ese estado de salud.
En cuanto a composición corporal (diferentes componentes que forman nuestro peso total) se podría analizar la cantidad de grasa total versus la cantidad de masa muscular e intentar tener una mejor composición entre estos dos tejidos, que a nivel metabólico, salud cardiovascular, procesos de inflamación, ciclo de sueño, entre otros, tiene gran poder. Esto lo podemos medir de diferentes maneras, desde una balanza de bioimpedancia hasta con el movimiento o rendimiento deportivo, pero NUNCA siendo un predictor inmediato de salud, incluso en muchos procesos ni tan siquiera es necesario hacerlo.
Nuestra salud y valor como seres humanos debería de trascender hacia un espacio donde inicie con una aceptación radical hacia nuestro cuerpo actual, tal y como es en este preciso momento, sin más ni menos. Esto es una labor tanto de nosotros mismos como de las personas que nos rodean, es decir, es un trabajo de todos, pero principalmente de nosotros que somos los que estamos con nosotros mismos todos los días y que podemos canalizar mejor los comentarios de los demás. A partir de este espacio se construye ese agradecimiento y respeto por lo que tenemos, se rompe con los ideales, con rangos de dónde encajar y se empieza a construir una mejor versión desde un espacio de amor y paz hacia nuestro cuerpo.
Esto es un trabajo que puede tomar meses, incluso años, pero es una base importantísima para poder empezar a construir ese principio de salud que se anda buscando sea coherente para nosotros mismos y sostenible en el tiempo.
Una de las herramientas que trabajamos en la consulta es el identificar los diálogos limitantes que tenemos con nosotros mismos y transformarlos a diálogos expansivos. Por ejemplo: “siempre he tenido un metabolismo demasiado lento, nunca logro sentirme bien” versus “tengo un metabolismo demasiado agradecido, con pequeños cambios sé que puedo notar grandes diferencias.”
A partir de aquí se trabaja en los hábitos: una alimentación variada, balanceada (que incluya todos los nutrientes que nuestro cuerpo necestita, que nuestro cuerpo quiere, y que le hacen sentir bien) y SUFICIENTE, es decir, debería de dar saciedad, debería de ser deliciosa, deberíamos de poder disfrutar y honrar las señales de hambre y saciedad que se logran identificar. Cada uno debería de sentirse dichoso de lo que su cuerpo está recibiendo, sin restricciones, sin hambres, culpas, sin pasarla mal.
Otros hábitos importantes de construir y mantener en el tiempo es la actividad física desde el disfrute, desde el placer y no la obligación, de la mano de la salud mental, el bienestar emocional y la higiene del sueño. Estos son aspectos de autocuidado libre de juicios y restricciones, desde un espacio integral y sin duda alguna marcan una diferencia más allá de un número o una medida que en cualquier momento se puede cambiar.
Es hora de liberar este tema de salud de los juicios y comenzar a abrazar y vivir un nuevo concepto de salud. Promover el autocuidado, el autoconocimiento y la autocompasión juega un papel fundamental.
Los invito a crear consciencia y abrazar una visión de la salud que nos permita vivir plenamente.