Editorial

GOOD FEED #106: Cómo llueve; cómo hace calor

Los llamados de atención no dejan de tocarnos la puerta. Desatender lo importante nunca será una opción.

“Comprender todos los extremos en el contexto del cambio climático es muy importante; los ciclones tropicales y las olas de calor son de esos extremos que tiene implicaciones muy graves en la sociedad”, dice el profesor de la Universidad de la Federación en Australia, Savin Chand para resumir el preocupante contexto global que acompaña nuestra existencia.

Mientras en nuestro país la época lluviosa parece ignorar la existencia de un calendario, en otras partes del mundo el escenario es el opuesto, con veranos de temperaturas infernales, de comportamientos inéditos.

En el mes de julio, por ejemplo, Europa ha vivido la ola de calor más intensa de toda su historia, con temperaturas cercanas a los 40° Celsius. Los días más calurosos han sido marcados con alertas rojas sin precedentes, un contexto que, inclusive, en países como España ha dejado un estimado de 500 personas fallecidas a causa de las altas temperaturas.

Quizá la consternación no sea un sentimiento compartido a nivel global, pero sí lo es la necesidad, imperativa, de lidiar con estos fenómenos o desastres climáticos que terminan por conectarnos en múltiples latitudes. 

El cambio climático conlleva también un efecto en la nutrición, pues la disponibilidad de alimentos se ve afectada, al igual que el suministro de agua y las posibilidades de traslado. Además, hay repercusiones significativas que se sienten en el turismo, el sector agropecuario y la calidad de las reservas acuíferas. 

Todo esto ocurre en un contexto donde, a medida que el planeta se calienta rápidamente, los fenómenos meteorológicos extremos serán más desastrosos. Esto ocurre inclusive con aquellos desastres naturales que cada vez son menores en cantidad, pero mayores en intensidad, como es el caso de los ciclones tropicales.

Con todo esto encima (literalmente), la preocupación y la duda son la tónica, pero, a fin de cuentas, todavía hay espacio para eventuales soluciones. 

Como planeta, la meta es que no se superen los 1,5 grados centígrados de aumento de la temperatura global. Actualmente, la posibilidad de que esto ocurra en los próximos 5 años es de un 50%, lo cual deja abierto un porcentaje que puede ser tan alentador como preocupante.

Mientras que las decisiones gubernamentales o corporativas se salen de nuestras manos como ciudadanxs, las acciones individuales nunca estarán de más. Tener una consciencia sobre lo que está pasando en nuestro mundo es un deber, no solo porque sí podemos tener incidencia en nuestro entorno inmediato, sino porque tener la información acertada y veraz nos saca del desconocimiento. Aplica para hablar sobre calentamiento global, así como para hablar sobre la vida misma.

En esta edición:

El milagro de las aventuras temporales | Por Eunice Báez

Mejores ciudadanos hacen un mejor país | Por María José Castro

26 años de la medalla de Claudia | Por Alejandra Montiel