Columna, Idahyma Barrantes

COLUMNA Ecología Profunda ll: La Diosa Verde

Por Idahyma Barrantes
@idahyma

“El feminismo, al liberar a la mujer, libera a la humanidad entera”, dice Francoise d’Eaubonne.

El feminismo ecologista es un modelo educativo viable y orientado a la adquisición de valores de cuido de la naturaleza. Es una educación con equidad de género y no-violencia y también hacia una ecología animalista que promueve conciencia sobre los animales y sus necesidades.

“Ecofeminismo” es un término que ha cobrado exposición especialmente en los últimos tiempos. Se trata de un movimiento que analiza las subordinaciones entre las mujeres, así como otros grupos sociales no privilegiados, como las personas de color, pobres, LGBTI o indígenas y la explotación del mundo vivo no humano.

Un tema puede considerarse feminista si ayuda a entender y explicar las opresiones que sufren las mujeres en sus diferentes contextos. Los ecofeminismos parten de una visión del mundo que considera que los humanos somos a la vez seres sociales y seres biológicos encarnados en cuerpos vulnerables, sociodependientes y ecodependientes, que se desarrollan en contextos naturales. 

Por otro lado, conviene subrayar que el patriarcado es un sistema antinatural y de desigualdad social que se sustenta en el trabajo gratuito de las mujeres, así como en el dominio y explotación de la naturaleza, la cual se ve como un escenario carente de necesidades propias.

Se ha inferiorizado la esfera de los cuidados domésticos y de subsistencia que realizan las mujeres, algo que se convierte en un tipo de violencia simbólica contra las mujeres. Los ecofeminismos, entonces, reivindican los valores femeninos vinculados a la cooperación, los cuidados, la empatía, la vulnerabilidad, la receptividad, la visión del conjunto y las emociones. Estos valores son la base de la  relación empática con todo ser vivo: el planeta, la atmósfera, los ríos, los bosques y los animales. 

Para las mujeres de América Latina, indígenas y afrodescendientes la biodiversidad es supervivencia, y la privatización de las tierras comunales, el extractivismo o la deforestación afectan dramáticamente sus vidas. Ellas se convierten en un grupo social muy castigado por la destrucción ecológica.

Esas mujeres también son las que forman parte de la mayoría de los movimientos ecologistas y es muy importante que cada día tengan más voz y voto. El ecofeminismo, en general, plantea una economía solidaria similar a la de los grupos originarios latinoamericanos que cultivan una cultura ecocéntrica, de valores respetuosos de la vida del medio ambiente.

En Costa Rica las mujeres que se desatacan nacional e internacionalmente en la lucha por el cambio climático incluyen a Christiana Figueres y Melania Guerra, quienes participan en el programa Homeward como liderezas científicas para generar un impacto en el desarrollo sostenible.

Nuestro país tiene fuertes compromisos ambientales y, sin embargo, el acceso a la tierra es de un 80% para hombres y solo un 15% para mujeres en la actividad agraria, la soberanía alimentaria. Las mujeres fisiológicamente se ven más afectadas por el cambio clímático; por tener más grasas en el cuerpo, la contaminación ambiental las expone más al cáncer, ya que las células femeninas acumulan más residuos tóxicos.

El origen del concepto

Francoise d’Eaubonne fue la mujer que acuñó el término “ecofeminismo”. En un análisis del uso del útero y del potencial de gestación de la mujer explica que es el patriarcado el que se adueña del potencial reproductivo de la mujer, explotándolo, al igual que explota un recurso natural, para tener más y más hijos. Esta explotación es la que ha llevado a la sobrepoblación mundial. Si hacemos el paralelismo de esta problemática entendemos cómo los métodos de control de natalidad son importantes en pro del planeta. “El feminismo, al liberar a la mujer, libera a la humanidad entera”, señala.

El feminismo ecosocial en su lucha transversal por el pacifismo, la democracia, la justica social y la equidad de género hace crítica de las relaciones instrumentales, competitivas y de dominio que predominan en nuestras sociedades. Desarrolla prácticas y actitudes de humildad incluso frente a las expresiones más simples de la vida, lo que supone actitudes de amor y ternura hacia toda ella.

El ecofeminismo consiste en poner la vida en el centro de la organización social, política y económica. Las mujeres ya lo hacen porque a ellas se les ha dejado la tarea del cuidado y el mantenimiento de la vida.

Encontramos en el ecofeminismo una espiritualidad que se opone a la tendencia a encarnar los valores extremadamente yang. El feminismo ecologista insiste en la necesidad de revalorizar lo yin a fin de superar todos los tipos de opresión y explotación, y poner fin a la destrucción del balance ecológico. Es muy importante recobrar y difundir rápidamente la visión holista del Tao que comprende y abarca tanto lo yin como lo yang y reconoce su naturaleza y esencia comunes, así como su mutua interdependencia, armonizando los contrarios y haciendo nacer en nosotros un profundo respeto hacia la totalidad del universo, que es nuestro propio cuerpo y no algo externo. En el nivel de conciencia evolutiva de la espiritualidad actual el ecofeminismo se asocia al Satyayuga o “Era de laVerdad” de las tradiciones de la India, como el primer estadio Kampa o Manvantara, en que la humanidad y la naturaleza son iguales. La ¨Edad de Oro¨  en  las tradiciones grecorromanas. El segundo ciclo o Kaliyuga, Era de la Oscuridad, regida por la competición y el dominio yang; es un ciclo que está a apunto de concluir para recobrar el ¨Orden Primordial¨ en un tercer ciclo llamado Dharmayuga, caracterizado por el predominio de lo Yin y regido por la intiución y la colaboración. Es ¨La Era de la Ley¨ de las tradiciones de la India. La era en que la humanidad vivirá por más tiempo y que se relaciona con la primera era.

Esto me hace recordar a Petra Kelly, conocida como la Diosa Verde, fundadora de Los Verdes, primer partido ecologista mundial. Lideró el Bundestag contra el desarme, fue la impulsora del movimiento antinuclear y logró que Berlín pidiera perdón por el bombardeo de Gernika en 1937; ella explica: Los Partidos Verdes que funcionan en el mundo fueron fundados sobre todo por mujeres, feministas o no, y ellas son la mayoría de sus miembros. Buscan “terminar con el sistema patriarcal que oprime a las mujeres y con la “doble dominación a la mujer y a la naturaleza”.

Kelly también dice: “hay que cambiar el mundo con ternura y subversión. Hago un llamamiento a las mujeres de todo el mundo, jóvenes y viejas, para que amen solo a aquellos hombres que están dispuestos a manifestarse claramente contra la violencia”.