Columna, Idahyma Barrantes

En la moda, yo soy mi propia musa

Por Idahyma Barrantes
Psicóloga

Hay mensajes en la moda por parte de medios y casas de diseño que no toman en cuenta que las mujeres tienen triples agendas, que van de trabajadoras de tiempo completo, amas de casa y madres en simultáneo.

Se asume que las mujeres gastan mucho en ropa, así como que visitar las tiendas es un medio para desestresarse. El efecto psicológico de la moda puede ser el pilar de los estados de satisfacción y bienestar en las mujeres, ya que por medio del vestir se expresa el estilo, se realzan cualidades y el vestir puede dar la sensación de ser capaz de conquistar el mundo.

En los inicios del siglo XX las sufragistas cambiaron los colores de la moda en los Estados Unidos, el blanco representaba la pureza, el verde la esperanza y el morado la libertad. Todos ellos, derechos fundamentales que debían pertenecer tanto a hombres como mujeres por igual. En la actualidad, el color que más ha perdurado como símbolo de la lucha feminista ha sido el morado.

Después de la Segunda Guerra Mundial las mujeres comenzaron a usar el modelo de baño de dos piezas, un conjunto que vaticinaba lo que vendría unos años más tarde. Estrellas del mundo del cine como Ava Gardner, Marilyn Monroe o Barbara Bates lo lucieron en sus películas. Ellas mismas son ejemplos de cómo las tendencias de la moda son un termómetro del cambio social de las mujeres.

En los años 60 los brasier fueron quemados en la plazas; con este acto se pretendía buscar la libertad y quitar la opresión que puede simbolizar esta prenda íntima. En la actualidad son muchas las que deciden no usarlo porque no quieren o en forma de reivindicación. Mary Quant como diseñadora británica a principios de los años 60 lanzó al mercado la mundialmente conocida minifalda y mostró su poder. En 1965 esta prenda tenía solo 35 cm de longitud.

Coco Chanel, la magistral precursora que se declaró del lado de las mujeres inició ¨la  revolución de los  pantalones¨ también portándolos. Suprimió el corsé de la figura femenina, puso de moda el corte garçonne y el pelo corto. Ella es el primer tracto histórico del feminismo en la moda.

El auge de las mujeres y el uso de los pantalones coincide con la búsqueda de afirmación de la igualdad con los hombres, aunque hoy no sea tan consciente, esta búsqueda se relaciona también con las comodidades y privilegios de los hombres al vestir.

Ellos usan ropa más amplia, zapatos bajos y holgados, pelo corto, para no pensar tanto en esos elementos. Cuando se inicia el feminismo moderno las racionalizaciones reflexiones de fondo en cuanto a los pantalones se dirigieron a los derechos de la comodidad y también a tener capacidad de elección.

El mega cambio de la llegada de millones de mujeres al mundo del trabajo puso en marcha el crecimiento acelerado de la industria minorista, ya que necesitaban ropa para ir a trabajar. Inicialmente el vestido ejecutivo estilo sastre fue diseñado por Donna Karan. Si bien las mujeres ahora cuentan con sus propios ingresos, no todas están dispuestas a pagar por prendas de alta costura. Nuevas diseñadoras como Liz Claiborn y Anne Klein II lanzan una inteligente ¨Línea secundaria¨ con colecciones bien diseñadas, precios moderados y una marca. La moda también se puede ver como una importante inversión en la carrera laboral, ya que en la filosofía del éxito es necesario vestir no para el cargo en el que una se encuentra, sino para el que aspira. De esta forma se justifica el gasto en el vestir.

A partir de 1992 las mujeres de cuarenta y más son las que definen el sentido de elegancia, ya que ellas perfeccionan la imagen de mujer ejecutiva y trabajadora remunerada, las diseñadoras para esta generación realizan cuatro veces más volúmenes de venta que los diseñadores tradicionales que vestían a señoras para almuerzos de caridad.

Con la aparición del post-materialismo y el post-feminismo en los albores del siglo XXI las necesidades de las consumidoras se vuelven cambiantes y ellas no aceptan imposiciones. Esta es la gran tendencia, el cambio de lo impuesto por el mercado a lo exigido por las consumidoras. Las mujeres de este milenio no están dispuestas a seguir la moda, muchas mujeres, muchos estilos; cada una aprendió a realzar con formas y colores, saben lo que desean con confianza y dinero, pero miden los costos. La moda tendrá que seguir a las mujeres y no ellas a la moda.

Las mujeres que más compran ropa son las de 40 que tienen mayor educación y exigen ropa de su talla. Después de competir con los hombres y su traje sastre, ya no tienen nada que demostrar porque han logrado colocarse en todos los puestos de todas las actividades productivas, antes masculinas, y no están interesadas en pasar de un uniforme a otro, redescubren su feminidad y consideran que el trabajo es más divertido siendo mujer.

Los medios y la industria de la moda responden a patrones impuestos de cómo desean los hombres ver a las mujeres. La anorexia y la bulimia son las mejores pruebas de la imposición en el vestir. Las nuevas mujeres, con suficiente seguridad en sí mismas, comienzan a plantearse preguntas; en los países desarrollados envían cartas a los medios y estos están publicando esas cartas. En la revista Vogue aparecen varias cartas sobre patrones de belleza absurdos, alejados de la realidad y sexistas, así como mensajes que imponen a las mujeres buscar la perfección por medio de intervenciones quirúrgicas.

Hay mensajes en la moda por parte de medios y casas de diseño que no toman en cuenta que las mujeres tienen triples agendas que van de trabajadoras de tiempo completo, amas de casa y madres en simultáneo. Otras mujeres son ambientalistas de treinta años o artistas de 20. Todas buscan artículos prácticos, consejos, ropa elegante y cómoda para la realidad y muchas plantean sus propios diseños y combinaciones.

Coco Chanel es la diseñadora más elegante que ha existido, enseña que, al ser una diseñadora para mujeres, se preguntaba si ella lo usaría, si la respuesta era negativa no lo fabricaba. ¨Las prendas deben lucir bien en personas como yo, no solamente en modelos suntuosos¨ dice la diseñadora de ropa Donna Karan. Este es otro cambio: las diseñadoras para mujeres, son mujeres.

Actualmente, las mujeres dimensionales o mujer talla grande representan el 30% de la población femenina y es muy importante el respeto que puedan sentir por sí mismas para poder demandar el respeto de todos los seres que les rodean; de esa forma, otras personas pueden comprender que hay quienes se cansan de luchar por la figura y la perfección impuestas. Ya pueden sentirse más felices y seguras al ir de compras a lugares que tienen maravillosos estilos para ser lucidos.

A principios del nuevo milenio, Maria Grazia Chiuri no ha dudado en incluir mensajes escritos de carácter feminista en sus colecciones: ‘Todxs deberíamos ser feministas’ y mostrar el cuerpo sin complejos¨ y su mensaje no se queda en la estética. Chiuri ha apostado por equipos conformados por mujeres artesanas en sus desfiles más recientes. “El futuro es femenino” y “Nuestras mentes, nuestros cuerpos, nuestro poder”.

Serena Williams, la tenista, apareció en el torneo Roland Garros de 2019 con un traje en el que podían leerse palabras como “Madre”, “Reina” o “Diosa” tanto en francés como en inglés.

En 2018 Alexandría Ocasio-Cortéz se convirtió en la mujer más joven en llegar al Congreso con tan solo 29 años. Su edad, su carisma y sus ideales han hecho que una gran parte de sus seguidores sean millennials. Usa mensajes políticos a través de su vestuario. El color más recurrente de sus trajes es el blanco. Juró su cargo a principios de 2018 vestida así y los  ha usado en otras ocasiones en honor a las Mujeres Sufragistas de principios del siglo .XX. En febrero volvió a repetir color junto con sus compañeras del Partido Demócrata en el discurso sobre el Estado de Unión de Trump en el Congreso. Un claro mensaje que nadie presente en la sala ni en los medios de comunicación pasaron por alto. En 2016 también lo hizo Hilary Clinton en uno de los debates por la presidencia de Estados Unidos. En definitiva, un guiño histórico al Movimiento Sufragista tan necesario en la actualidad. La actual vicepresidenta de Estados Unidos vistió un traje sastre blanco el día de su primer discurso en el cargo. Asimismo, el conjunto estaba firmado por Carolina Herrera, lanzando así un alegato de apoyo a las mujeres latinas como la diseñadora.

Manzana Rosa en Costa Rica es una marca que tiene 18 años, de la diseñadora Irené Barrantes, y es la que mejor porta el mensaje de la moda para mujeres hacia el siglo XXI:   “La moda no puede despegarse de la política;  es donde la creatividad y la fantasía juegan un papel importante, al mismo tiempo es donde la imaginación se junta con la ideología”. Ella viste la identidad femenina y desnuda la política con diseños que no tienen tallas para no encasillar a las mujeres en medidas opresoras. Usa textiles ergonómicos, cómodos para propiciar que la mujer esté ¨hermosa pero a sus anchas¨. Explota los lenguajes de lo sagrado femenino  a través de la serigrafía con flores,  mandalas, plantas tropicales, retratos de mujeres importantes en la historia, deidades femeninas y frases para reivindicar el territorio del cuerpo. Sus diseños son de edición limitada para que las mujeres puedan expresar su individuación y formar  parte del Gran Colectivo femenino, al  mismo tiempo.

La moda es más una cuestión de creatividad que de lógica. La verdadera belleza está solo en el amor propio, la buena salud, en saber cuál es el aspecto más apropiado para cada cual y en  tener su propio estilo, también puede ser una herramienta de denuncia en femenino.